lunes, 30 de junio de 2008

Propiedad y uso social de la tierra: un debate ausente


Gobierno o campo. Asumir esta dicotomía simplificadora y enrolarse en una u otra fila, equivale aproximadamente a embanderarse en el proyecto de vasallaje que intenta estructurar la gestión presidencial para reproducir su espacio de poder, o apoyar el real crecimiento privado de alguna parte del sector agrario. Para nada ingenuas, estas posturas sólo discuten quién se apropia de la renta, pero en ningún momento cuestionan la lógica de producción privada: no atienden al uso social que podría y debiera hacerse de los medios de creación de riqueza. Mientras tanto, alguna parte de la izquierda movilizada, de la izquierda intelectual y de organizaciones de derechos humanos, parecen entretenidos en ser orgánicos al gobierno y en no generar disputas más allá del interés corporativo inmediato, quizá buscando rédito político propio.

Estado centralista feudal o monárquico por un lado y, por el otro, el desarrollo de latifundios dedicados al monocultivo de especies transgénicas, se instalan en la mesa de “debate” y / o en el imaginario colectivo de estos días como los únicos dos modos posibles de pensar el progreso del país.

La controversia acerca de la propiedad y el uso de la tierra no existe, no es formulada de manera seria o no es reproducida públicamente.

En torno a este eje central, giran muchos otros problemas cuyo abordaje tampoco se escucha: la dependencia comercial hacia empresas como Monsanto o Cargill, la sostenibilidad del modo de producción actual, la generación de diversidad productiva, la de cómo lograr la soberanía alimentaria del país, el cuestionamiento al monocultivo de especies modificadas genéticamente, la protección de bienes naturales (como por ejemplo los bosques nativos) devastados por grupos económicos dedicados a la agricultura y producidos con la complicidad del Estado nacional, el repoblamiento del campo. Tampoco se polemiza sobre cómo garantizar la producción de alimentos sanos para toda la población, cómo resignificar la idea de oligarquía (puesto que la oligarquía de hoy no es la misma que la de décadas atrás), la forma de detener los desalojos de familias campesinas o indígenas, la recuperación de las identidades regionales, las diferentes formas de entender el espacio de producción campo (puesto que no son lo mismo las miles de hectáreas que trabaja el senador nacional Roberto Urquía, que la pequeña parcela que un humahuaqueño cultiva con verduras), etc.

En suma, el planeamiento de una reforma agraria auténtica; producida hacia adentro del país y afectando las relaciones de producción que en él se dan, pero también reformulando la posición y los roles que asume Argentina en el mundo. Decisiones necesarias para generar, a mediano y a largo plazo, realidades beneficiosas para todos y no sólo para el sector terrateniente o para el Estado recaudador.

Resulta interesante escuchar por estos días a Rafael Bielsa, ministro del gobierno que creara el “modelo” económico actual, recuperar el análisis según el cual el cultivo de la soja genera sólo un puesto de trabajo cada quinientas hectáreas sembradas. En tanto que la agricultura campesina “tradicional” produce treinta y cinco puestos genuinos cada cien hectáreas [2] .

Curioso que se use esta idea para dar solidez a medidas que probablemente favorezcan al crecimiento de los denominados pooles de siembra que se dice combatir, además de apuntar claramente a la centralización del poder y al antifederalismo [3] .

Llamativo es escuchar a medios, a los mandatarios nacionales, incluso a buena parte de la sociedad, cuestionar a los productores cuando tiran leche que no pueden comercializar debido a las medidas de protesta asumidas desde el sector agrario. “¿Cuánta gente pobre, cuántos niños desposeídos, comerían con eso que ahora se derrama, así sin más?”, no dudan en moralizar.

Extraña pregunta si se tiene en cuenta que el planteo es olvidado o no formulado en las condiciones “normales” de un país que produce alimentos para un número muy superior al de su población, pero en el cual ellos poseen un valor financiero como cualquier otro producto de mercado (por ejemplo, un coche de lujo). ¿Los indigentes deben esperar estos momentos únicos de la historia, de “anormalidad”, en los que los trabajadores se deshacen de sus productos para poder alimentarse?

Ausentes o no reproducidos por los medios, el país carece de debates serios, fundados, en torno al modo de producción del campo, acerca de cómo encontrar alternativas para no ser sólo productores de materias primas, y de cómo producir alimentos y trabajo para todos [4] .

Es necesario cuestionar, para comenzar, la lógica establecida en lo referente al uso de la tierra concentrada: ¿las superficies que generan alimentos pueden ser propiedad privada, o debieran ser utilizadas socialmente?

Probablemente no se trate sólo de la redistribución más o menos igualitaria de los espacios productivos entre cientos de pequeños terratenientes, sino de hacer un uso social de los mismos, a manos de quienes los necesiten y además quieran trabajarlos.

Es fundamental debatir el tema, al menos teóricamente y para pensar, para imaginar, para idealizar, para molestar al poder estatuido que reproduce la desigualdad, para planificar opciones…

Lo contrario sería dejar intacta, como supuesto válido, la verdad según la cual un sujeto puede enriquecerse, en cualquier esfera de la producción, apropiándose del trabajo generado por otro y retribuyéndole sólo una parte de la riqueza que sus brazos han creado.

¿Resulta posible pensar un país diferente, incluyente, nuevo, igualitario, justo, sin revisar las lógicas que ocultan otros intereses? ¿Se puede dejar de reivindicar la importancia de compartir intereses verdaderamente colectivos, de tejer nuevamente lazos de solidaridad que sustenten a la sociedad en tanto conjunto?

Asociado a esto, ¿quiénes se hacen cargo verdaderamente de estos ejercicios de reflexión? ¿Asumen los sectores que se dicen “progresistas” una mirada realmente radical, acorde a la coyuntura actual del país? ¿O se han tornado pragmáticos y oportunistas?

Formulados de diferente modo, estos planteos son equivalentes a preguntar por qué quienes supuestamente bogan por una transformación significativa del orden social, toman como real este pseudoclasismo estatal que no discute efectivamente la formación de las clases sociales; por qué apoyan un proyecto de clientelismo político que a estas alturas ya es monumental [5]

Pero no: eso no se toca, no se lo cuestiona o –en el mejor de los casos- las críticas emergentes no son oídas.

Es así que la lucha gobierno – campo queda reducida a “buenos contra malos”, a un “verdadero o falso”, por momentos casi a un “Boca vs. River”. Y aunque tanto ruralistas como mandatarios nacionales se los disputen diciendo favorecerlos desde su sector, esta construcción dual no contempla en ningún momento a las mayorías, nunca a los desposeídos, jamás a los nadies, menos aún a los más antiguos moradores de estas tierras.

Mientras tanto, el debate sobre la propiedad compartida y el uso social de la tierra podría acontecer ahora, en las condiciones actuales, o… ¿cuándo?



[1] Por Emiliano Bertoglio, Lic. en Ciencias de la Comunicación. 14 de Junio de 2008. Río Cuarto.

[2] Otros estudios menos elocuentes indican que cien hectáreas de soja generan un puesto de trabajo, contra quince del algodón y cincuenta puestos de los cítricos. Estos fueron los datos que refirió en algún momento el Ministro de Economía Martín Lousteau para justificar las retenciones móviles que detonaran el actual conflicto.

[3] La aplicación de las mencionadas medidas a las exportaciones de algunos cereales, permitirán al Poder Ejecutivo el control y manejo discrecional de gran cantidad de recursos económicos.

[4] Se hace necesario reflexionar además sobre otros aspectos. Primero, lo llamativo que resulta oír a medios y gobierno agitar con alarma el fantasma del desabastecimiento, por momento mostrado como la única consecuencia del conflicto. La situación podría confirmar que para los grupos de poder la sociedad importa en tanto sociedad de consumo, antes que como clase civil – política. ¿El consumo es condición para la disciplina social?

En segundo término, no debe dejar de llamar la atención ver en primera fila a algunos de los empresarios e industriales que en Argentina se beneficiaron con las políticas neoliberales de los noventa, celebrando ahora los discursos presidenciales que hablan de redistribución social…

[5] Aún más, vale plantear por qué muchos sectores que reivindican el signo de la izquierda, así como organizaciones y movimientos de derechos humanos, siguen siendo orgánicos a un gobierno que bebe de fuentes “justicialistas” pero que ante algunas manifestaciones de protesta social, amenaza y avanza con sus fuerzas de choque (institucionales o no institucionales). Contradictorio, sobre todo cuando históricamente estos espectros, siempre que fueron auténticos, denunciaron la agresión proveniente de arriba, y cuando a nivel mundial hoy más que nunca están claramente orientados hacia la no violencia.

Allende. In memoriam

Zazpika/Rebelion


De nuevo una evocación en imágenes. Álbum de fotos en blanco y negro que nos traslada esta vez al Chile de los años setenta del pasado siglo. Nos olvidamos por ahora de las últimas páginas, las que nos transmiten rabia y dolor a manos llenas treinta y seis meses después, para quedarnos necesariamente con estas instantáneas corales, tomas que hablan, gritan y exhalan esperanza, ilusión, el sueño de una transformación social colectiva en el corazón del Cono Sur latinoamericano. Ha pasado mucho tiempo, edades ciegas, siglos estelares, diría Pablo Neruda. Pero ahora sí, miles, centenares de miles de personas, hombres, mujeres y niños (les vemos) llenan calles y alamedas en torno a un hombre símbolo, un médico-político que llega a la presidencia de su país con 62 años de compromiso a tiempo completo, un abuelito con rostro sincero y bonachón que enseguida pasa a formar parte del retrato familiar en las barriadas metropolitanas, en las ciudades pesqueras, en las comunidades campesinas, en las villas del cobre o en las poblaciones tomadas en la periferia urbana. Se llama Salvador Allende y hoy, ahora, en estos días de junio de 2008, habría cumplido 100 años. No pudo ser. Moriría aquel negro 11 de septiembre (1973) defendiendo en el Palacio Presidencial de La Moneda el gobierno del pueblo frente al ataque fascista de las Fuerzas Armadas, el Cuerpo de Carabineros y el Departamento de Estado de Henry Kissinger. Y, lo sabemos ya sin ningún género de dudas, no precisamente por este orden a la hora de establecer responsabilidades… Salvador Allende en la memoria. Salvador Allende en el presente continuo de la historia de la dignidad humana por encima de silencios, tergiversaciones o vacíos más o menos interesados. Salvador Allende. Cien años.

La Forja de un Compromiso.

Repasamos biografías, ensayos, textos impresos o virtuales y no hay sorpresas. En todos una constante: linealidad vivencial, coherencia en seis intensas décadas personales de lucha por la justicia y la igualdad social. De principio a fin. Es cierto que en estos últimos tiempos hay algún que otro autor, a caballo entre el revisionismo y la postmodernidad al uso que, como el filósofo Víctor Farias, trata de presentar al mundo un Allende distinto, menos ejemplarizante, entre un genetismo precoz y un antisemitismo biológico. Curiosidades editoriales, en fin, que tratan como en tantos otros casos de reconstruir la historia con marcados intereses ideológicos. Algo parecido a lo que se realiza desde el ámbito de una socialdemocracia que ensalza especialmente su papel institucional, olvida su adscripción al marxismo como método de interpretación hasta el final de sus días o, simplemente, ignora su perfil de compromiso integral con el pueblo más allá de estructuras formales y santificaciones del mercado.

Allende sanguíneo y visceral, apasionado por la seducción en su acepción completa (latino al fin), hombre de su tiempo, burgués y despierto, heredero de su propia tradición familiar: “Pertenezco a una familia que ha estado en la vida pública por muchos años. Mi padre y mis tíos, por ejemplo, fueron militantes del Partido Radical, una formación que nació con las armas en la mano luchando contra la reacción conservadora. Mi abuelo, el doctor Allende Padín, fue senador radical, vicepresidente del Senado y fundó en el siglo pasado la primera escuela laica en Chile”. Es cierto. Las ideas radicales, que defiende profundamente la saga familiar de los Allende, beben de un particular liberalismo progresista marcado por la defensa extrema de los principios democráticos, el laicismo y la justicia social. No será nada extraño entonces que el niño que acaba de nacer el 26 de junio de 1908 en la mansión de los Allende Gossens situada en la casa porteña de Valparaíso fragüe desde sus primeros años una particular conciencia social. Luego vendrá, claro está, su viaje a Santiago para cursar estudios de medicina, tiempo de renovar las preguntas y las dudas que antes, en sus inquietudes de secundaria, le ha ayudado a responderse un vecino de la familia viejo y combativo, de profesión zapatero, de filiación anarquista y de origen italiano. Juan Demarchi, un nombre que recordará siempre, le presta los primeros textos de marxismo y cultura libertaria mientras le enseña a jugar al ajedrez, socialización complementaria…

Salvador Allende, desde sus años universitarios, aparece ya como un estudiante concienciado, inquieto, masón siguiendo la costumbre familiar y, como ocurre tantas otras veces en la historia del compromiso, represaliado por sus ideas: “Los estudiantes de Medicina, en aquellos años, se encontraban en las posiciones más avanzadas. Representábamos, además, el sector menos pudiente, no como los estudiantes de abogacía que formaban parte de la oligarquía. Nosotros nos reuníamos para discutir los problemas sociales, para leer a Marx, a Engels, a los teóricos del marxismo. Yo no había frecuentado la Universidad buscando ansiosamente un título para ganarme la vida. Milité siempre en los sectores estudiantiles que luchaban por la reforma. Fui expulsado de la Universidad, arrestado y juzgado, antes de ser médico, por tres cortes marciales. Fui liberado, enviado al norte de Chile y después comencé en Valparaíso mi carrera profesional. Tuve muchas dificultades porque, aunque fui un buen estudiante y me gradué con una calificación alta, me presenté, por ejemplo, a cuatro concursos en los que era el único concursante y, sin embargo, los cargos quedaron vacantes. ¿Por qué? Por mi vida estudiantil”.

Una biografía extrapolable a otras latitudes y vivencias, es verdad, pero estamos en América Latina, no lo olvidemos. El insustituible “patio trasero” para los intereses norteamericanos, lo exponen sus manuales y doctrinas con absoluta e insultante claridad. Chile ha aportado históricamente millones de toneladas de materias primas al Virreinato colonial español de Perú y salitre en masa a los puertos británicos durante décadas. Desde principios del siglo XX el cobre del país, su principal recurso natural ahora revalorizado, está controlado por dos empresas de los “hermanos estadounidenses”: la Anaconda Copper Mining Co. y la Kennecot Corper Co, íntimamente vinculadas entre sí como partes de un mismo consorcio mundial. Más de cien millones de dólares de beneficio anual que llenan las arcas de sus oficinas en Nueva York. Los dueños del cobre, lo escribe Eduardo Galeano, son los dueños de Chile. Ellos se encargan, una vez más, de propiciar gobiernos afines y criminalizar a los partidos que ponen en entredicho su control y el expolio permanente de la República. Mientras tanto, los mineros chilenos cobran sueldos de miseria, viven alejados de sus familias en barracones sin condiciones sanitarias y ven cómo, carentes de medidas de seguridad, su número disminuye día a día mientras aumenta la larga lista de cadáveres entre un metal rojo que no les pertenece. Salvador Allende, joven médico en prácticas, comparte una experiencia similar: el único puesto en el que le permiten trabajar es como asistente de Anatomía Patológica en su Valparaíso natal. En ese tiempo realiza más de mil quinientas autopsias. “Aprendí a la perfección qué quiere decir amar la vida y cuáles son las causas de la muerte”. Muchas de ellas, lo descubre empíricamente, íntimamente relacionadas con la injusticia social, las condiciones laborales y los intereses económicos de la nueva potencia mundial: “Conocemos bien el drama de América del Sur, que siendo un continente potencialmente rico, es un continente pobre, fundamentalmente por la explotación de que es víctima por parte del capital privado estadounidense”. Desde ese momento dedicará todo su esfuerzo a la política como método de transformación de la realidad social. Desde ese momento también, no nos extrañemos, en un pequeño despacho de las oficinas centrales del Departamento de Estado norteamericano su nombre pasa a engrosar la larga lista de los enemigos continentales a vigilar estrechamente.

El Sueño de la Unidad Popular.

Salvador Allende será uno de los fundadores del Partido Socialista chileno. Una formación que vive a lo largo de su historia diversas crisis y escisiones fruto de debates internos, de tácticas divergentes… Dentro o fuera del Partido oficial pero siempre fiel a sus principios socialistas, Allende propiciará alianzas con los comunistas (1936), será elegido diputado (1937), ministro de sanidad en el gobierno del Frente Popular (1939-1942), senador (1945-1951; 1953-1956; 1961; 1963), candidato presidencial (1952, 1958, 1964, 1970)… Un “corredor de fondo” obsesionado por superar la histórica fragmentación de la izquierda para establecer una mayoría natural en el Gobierno. Casi lo consigue en las elecciones de 1958, perdidas fundamentalmente por el amplio apoyo del voto femenino a los candidatos conservadores. La situación se repite en los comicios de 1964 pero ahora la derecha tradicional pasa a apoyar abiertamente al demócrata-cristiano Eduardo Frei defensor de un supuesto “centro no polarizado” ejemplificado en un programa cuyos ejes van a ser la protección de la familia, el discurso del miedo al comunismo y la defensa de un estado benefactor de corte keynesiano… ¿No os suena la propuesta?

En 1970, nuevo año de elecciones presidenciales, las cosas van a cambiar. La izquierda política consigue articular un discurso único demandado por una sociedad civil que cuenta con un nivel de organización sin equivalente en el resto del continente. Los acuerdos entre marxistas, laicos progresistas, cristianos de base, socialdemócratas y movimientos sociales confluyen en la creación de la Unidad Popular. Su candidato unitario, consensuado, se llama Salvador Allende. Y, junto a él, los partidos comunista y socialista, el radical, el socialdemócrata, el MAPU (Movimiento de Acción Popular, surgido en 1969 de una escisión progresista en el seno de la Democracia Cristiana), la Acción Popular Independiente (API)… También el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) una organización político-militar nacida en 1965 que, sin solicitar explícitamente el voto, apoyará la construcción del poder popular y que cuenta con amplios apoyos en sectores como el movimiento de pobladores en el extrarradio urbano. El 4 de septiembre de 1970, después de una durísima campaña electoral, la Unidad Popular obtiene la victoria (36,3%). Las calles, lo hemos visto, se llenan de centenares de miles de personas que saben de la llegada de un tiempo nuevo. Con ellos-as, llevan también la esperanza y el sueño de muchas generaciones olvidadas. Victor Jara, Quilapayun o Inti-Illimani componen sus himnos, Patricio Guzman filma sus sensaciones y Pablo Neruda escribe su júbilo en forma de versos. Una gran alianza de obreros, campesinos, profesionales urbanos, trabajadores de la cultura o cristianos del compromiso que han dicho basta y echado a andar. Los datos están ahí: Salvador Allende logra 40.000 votos más que Jorge Alessandri, candidato de la derecha tradicional (34,9 %), derrotando también al ex -presidente democristiano Eduardo Frei (27%). Un resultado histórico pero, a la vez, condicionado como se demostrará demasiado pronto: en muy pocas horas, la derecha y un amplio sector de la Democracia Cristiana van a comenzar a trabajar juntas, con la asesoría norteamericana, en la preparación de un clima de inestabilidad permanente que culminará en el golpe de estado de 1973.

De momento el pueblo está de fiesta. No es para menos. Esa misma noche, madrugada ya del nuevo día, un Salvador Allende exultante se asoma a los balcones de la Federación de Estudiantes en Santiago para lanzar un mensaje nada equívoco entre los cantos, las banderas y las consignas: “Vamos a realizar los cambios que Chile necesita”. Ha nacido la vía chilena al socialismo” que se va a refrendar cinco meses más tarde cuando la izquierda vuelva a ganar las elecciones para renovar las cámaras. El nuevo presidente no se encierra en palacio. Baja a pie de calle, recorre sus geografías, escucha directamente las reclamaciones populares y sigue mirando al mundo a la espera de una nueva conciencia planetaria: “Si el hombre de los países industrializados ha llegado a la Luna, es porque ha sido capaz de dominar la naturaleza. El problema es que, si bien es justo que el hombre ponga los pies sobre la Luna, es más justo que los grandes países –por hablar simbólicamente- pongan los pies sobre la tierra y se den cuenta que hay millones de seres humanos que sufren hambre, que no tienen trabajo, que no tienen educación”. Plegarias desde el Sur hacia un desierto sideral llamado Norte…

Esta vez, la llegada de la izquierda al poder en un país de América Latina se ha logrado por vía electoral. Nada ha podido impedir, como en tantos otros intentos precedentes, el triunfo de las fuerzas de cambio… Se trata ahora de poner en marcha, Allende lo sabe y lo dirige, un trabajo colectivo, a largo plazo, que contemple transformaciones estructurales que posibiliten una verdadera transición al socialismo. En los meses siguientes se expropian grandes latifundios y se pone en marcha la reorientación del campo, se nacionaliza el cobre, se propicia la cogestión en las fábricas, el incremento y diversificación de las empresas de corte familiar, se asegura la propiedad a medianos propietarios e industriales, se potencian medidas educativas y sanitarias para toda la población, se redistribuye la renta hacia los sectores populares con menos recursos, se amplía el área de la propiedad social…

Estados Unidos pone en marcha su “bloqueo silencioso”. Como había ocurrido con Cuba en los años sesenta, un nuevo enemigo puede extender su ejemplo por todo el continente demostrando esta vez las posibilidades de la democracia representativa. Y si la isla del Caribe seguía su curso contra viento y marea, ahora las cosas no se iban a torcer. Se estructura así una campaña progresiva en diversos frentes que trata de minar los apoyos al Gobierno: presión mediática (El Mercurio, revista PEC, etc.) con una estudiada agenda de propaganda y libelos (avance de los “planes marxistas” para el país, envío de los niños chilenos a Rusia y Cuba, posible cierre de los colegios católicos, prohibición de misas y prácticas religiosas, etc.), huelgas en sectores productivos y profesionales (transporte urbano, camioneros, Tribunales de Justicia, mineros, etc.), reducción de créditos, presentación de continuos recursos legalistas en la Cámara de Diputados para paralizar su actividad y calendario, desabastecimiento de productos básicos, atentados atribuidos a organizaciones de izquierda, acoso en foros internacionales, manifestaciones permanentes, “caceroladas” de amas de casa… “Se engañan profundamente los que creen que con amenazas, con presiones, con restringirnos los créditos o con cerrarnos las posibilidades de renegociar la deuda externa van a impedir nuestro camino. Aquellos que han resuelto defender todavía el dominio que tuvieran sobre las riquezas fundamentales de Chile deben entender que hay hechos que son irreversibles, y es irreversible la voluntad de los chilenos de ser dueños de su tierra, de la riqueza de su patria”. Salvador Allende sigue confiando en su pueblo. Pero la presión continua, asfixiante, sin tregua, va a contar con un nuevo aliado: los sectores golpistas de un Ejército caracterizado históricamente, el presidente lo repite, por su respeto al orden constitucional.

El 20 de junio de 1973 tiene lugar el tanquetazo, una primera asonada militar que muestra claramente, pese a su fracaso, la debilidad y el desgaste del Gobierno. El 11 de septiembre, el general Augusto Pinochet dirige el operativo que combina la acción de los tres ejércitos y el cuerpo de los carabineros. Desde primeras horas de la mañana se bombardea el palacio presidencial de La Moneda. Salvador Allende decide resistir junto a su guardia de seguridad… En toda la República, en Santiago, en Chuquicamata, en Iquique, en Valparaíso, en Puerto Montt, en Valdivia, en Concepción, en Valparaíso, el movimiento popular responde al golpe en las fábricas, los barrios, las universidades, las oficinas… Miles de personas son detenidas y trasladadas a estadios, colegios o comisarías donde son ejecutadas ante pelotones de fusilamiento. En los días y meses posteriores un importante porcentaje de los once millones de chilenos-as intentará salir del país, vía embajadas o cruzando clandestinamente las fronteras. Otros, menos afortunados, comienzan a vivir un largo exilio interior. La nueva Junta Militar decreta el estado de sitio, prohíbe las huelgas y movilizaciones, elimina los partidos políticos, premia las delaciones de ciudadanos-as que han apoyado al Gobierno, devuelve a las empresas norteamericanas el control de los sectores productivos básicos, elimina la libertad de prensa, nombra rectores militares para reorganizar las universidades y los centros educativos, suprime el uso de pantalones en las mujeres y el pelo largo en los hombres, crea la siniestra Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) encargada de la represión al movimiento popular…

Epílogo

Hemos dejado líneas atrás a Salvador Allende resistiendo junto a sus compañeros en una Moneda bombardeada desde el aire y atacada ahora con tanques y vehículos blindados. Podíamos cerrar así, un homenaje de combate eterno con final abierto y proyecciones de futuro. Ya se ha despedido de su pueblo en un último e inolvidable adiós lanzado desde las ondas de Radio Magallanes y que hemos reproducido íntegra y necesariamente en la coda final que acompaña este homenaje-evocación. Pero podría haber otros finales complementarios: hablar, por ejemplo, del nuevo continente de la esperanza que él soñó y que hoy, cadena a cadena, eslabón a eslabón y paso a paso, comienza a ser una realidad del Río Bravo a la Patagonia. Reproducir un listado de los centenares de actos de recuerdo que en estos días se van a desarrollar en distintos puntos del mundo, claro ejemplo de su presente. Pero, cuestión de justicia poética, dejadnos que al cierre le veamos morir para la historia desde el compromiso con su pueblo, un acto que eleva sin duda su figura humana y universal. Así, solo así, podemos entender a la perfección lo que nos contara tiempo atrás Eduardo Galeano: existe una comunidad de indios huichol en la sierra mexicana de Nayarit que no tenía nombre. Uno de sus integrantes encontró en un libro la historia de horror y bravura de un hombre que había sabido cumplir la palabra. Leyó el libro en voz alta para todos. Las ciento cincuenta familias votaron que sí a su nuevo nombre, el mismo de un hombre que no dudó a la hora de elegir entre la traición y la muerte

- Voy para Salvador Allende – dicen, ahora, los caminantes.

jueves, 26 de junio de 2008

El último día de Salvador Allende

x Telesur

100 años del natalicio de Allende :: El líder de la Revolución cubana narra con detalle el último día y el asesinato de Salvador Allende, donde se desmiente la teoría del "suicidio", que últimamente hasta alguna izquierda chilena levanta

Hoy se cumplen 100 años del natalicio de Salvador Allende.

El líder de la revolución cubana, Fidel Castro, revive, en un testimonio publicado en 1974, el último combate del presidente Salvador Allende antes de que fuera víctima del golpe fascista que acabó con su gobierno democrático e impuso la dictadura en Chile.

En el texto, que forma parte del libro Grandes Alamedas: El combate del presidente Allende, de Jorge Timossi, Fidel realiza un emotivo relato de lo que fue el último día del primer presidente socialista de Chile.

El líder cubano, quien fuera un cercano amigo de Allende, refleja, paso a paso, cómo el ex mandatario chileno vive la traición de los militares, pero al mismo tiempo luchan junto a él un grupo de civiles, carabineros y policías democráticos, quienes protegieron con su vida el heroico gesto de un presidente que prefirió su propia inmolación antes que rendirse y entregar a criminales el poder que el pueblo le dió por mandato soberano.

A continuación el texto íntegro.



Testimonio de Fidel Castro

Nosotros nos vamos a referir esencialmente al carácter de combatiente y de soldado de la revolución del presidente Allende el 11 de septiembre.

A las 6 y 20 de la mañana de ese día, el presidente recibió una llamada telefónica en su residencia de Tomás Moro informándole del golpe militar en desarrollo. De inmediato pone en estado de alerta a los hombres de su guardia personal y toma la firme decisión de trasladarse al Palacio de la Moneda para defender, desde su puesto de presidente de la república, al gobierno de la Unidad Popular. Lo acompaña una escolta de 23 hombres, armados con 23 fusiles automáticos, dos ametralladoras calibre 30 y 3 bazucas, que se traslada con el presidente en cuatro automóviles y una camioneta al Palacio Presidencial, donde llegan a las 7 y 30 de la mañana.

Portando su fusil automático, el presidente, acompañado por la escolta, penetró por la puerta principal de La Moneda. A esa hora la protección habitual de carabineros se mantenía normal en el palacio.

Ya en el interior se reunió con los hombres que lo acompañaban, les informó de la gravedad de la situación y su decisión de combatir hasta la muerte defendiendo al gobierno constitucional, legítimo y popular de Chile frente al golpe fascista, analizó los efectivos disponibles y dictó las primeras instrucciones para la defensa del Palacio.

Siete miembros del Cuerpo de Investigaciones arribaron para sumarse a los defensores. Las postas de carabineros, mientras tanto, se mantenían en sus puestos y algunos adoptaban medidas para la defensa del edificio. Un pequeño grupo de la escolta personal custodia la entrada del despacho presidencial con instrucciones de no dejar pasar ningún militar armado, para evitar una traición.

En el espacio de una hora se dirige tres veces por radio al pueblo expresando su voluntad de resistir.

Pasadas las 8 y 15, por los citófonos de Palacio la junta fascista conmina al presidente a la rendición y la renuncia de su cargo, ofreciéndole un transporte aéreo para abandonar el país en compañía de sus familiares y colaboradores. El presidente les responde que "como generales traidores que son no conocen a los hombres de honor" y rechaza indignado el ultimátum.

El presidente sostiene en su despacho una breve reunión con varios altos oficiales del Cuerpo de Carabineros que habían acudido a Palacio, los cuales rehúsan cobardemente en aquel instante defender al gobierno. El presidente los reprocha duramente y los despide con desprecio, conminándolos a que abandonen de inmediato el lugar. Mientras se efectuaba esta reunión con los jefes de Carabineros llegaron los tres edecanes militares; el presidente les expresa que no era momento para confiar en los uniformados y les pide que se retiren de La Moneda. No obstante, el presidente se despide con afecto del comandante Sánchez, que había sido su eficiente edecán por la Fuerza Aérea durante varios años.

Minutos después de retirarse los edecanes y los altos oficiales de los Carabineros, el teniente jefe a cargo de la Guarnición de Carabineros del Palacio Presidencial, obedeciendo órdenes de su jefatura, instruye a un carabinero que recorra el edificio impartiendo la orden de retirarse a los miembros de la guarnición, los cuales comienzan de inmediato a abandonar La Moneda, llevándose parte de su armamento. Lo mismo hacen los carros blindados de Carabineros, que hasta ese instante estaban en posiciones de defensa del palacio.

Un grupo de diez carabineros, acompañados del portador de la orden de retirada y cumpliendo, sin duda, instrucciones, cuando se retiraban por la escalera principal y ya próximos a la salida, vuelven sus fusiles intentando disparar contra el presidente, siendo enérgicamente ripostados por el personal de la escolta. Son estos los primeros disparos que se cruzan con los golpistas.

Mientras estos hechos ocurrían, numerosos ministros, subsecretarios, asesores, las hijas del presidente, Beatriz e Isabel, y otros militantes de la Unidad Popular, van arribando al palacio para estar junto al presidente en esas horas críticas.

A las 9 y 15 de la mañana aproximadamente, se realizan las primeras descargas desde el exterior contra Palacio. Tropas fascistas de infantería, en número superior a doscientos hombres, avanzaban por las calles de Teatinos y Morandé, a ambos lados de la Plaza de la Constitución, hacia el Palacio Presidencial, disparando contra el despacho del presidente. Las fuerzas que defendían el palacio no pasaban de cuarenta hombres. El presidente ordena abrir fuego contra los atacantes y dispara él personalmente contra los fascistas, que retroceden desordenadamente con numerosas bajas.

Los fascistas introducen entonces los tanques en el combate apoyados por infantería. Un tanque avanza por la calle Moneda, otro por Teatinos, otro por Alameda con Morandé y otro en dirección de la puerta principal por la Plaza Constitución. En ese instante, desde el propio despacho del presidente se abrió fuego de bazuca contra el tanque que estaba junto a la puerta principal, que fue totalmente destruido. Otros dos tanques concentran su fuego sobre el gabinete del presidente y un carro blindado dispara sus ametralladoras hasta la Secretaría Privada y la oficina de escoltas. Varias piezas de artillería, situadas por el lado de la Plaza Constitución, disparan también contra Palacio.

El presidente recorre las distintas posiciones de combate alentando y dirigiendo a los defensores. La lucha violenta se prolonga más de una hora, sin que los fascistas logren avanzar una pulgada.

A las 10 y 45 el presidente reúne en el Salón Toesca a los ministros, subsecretarios y asesores que habían acudido a Palacio para estar junto a él, y les expresa que la lucha en el futuro necesitaría de conductores y cuadros, que todos los que estaban desarmados debían abandonar La Moneda en la primera ocasión posible y todos los que tenían armas debían continuar en sus puestos de combate. Naturalmente que ninguno de los colaboradores que carecían de armas estuvo de acuerdo con esta tesis del presidente; tampoco las hijas del presidente y demás mujeres que se encontraban en La Moneda, se resignaban a abandonar el palacio.

El combate prosiguió violento. Por los citófonos de Palacio los fascistas lanzan rabiosamente nuevos ultimátums, anunciando que si los defensores no se rinden emplearían de inmediato la Fuerza Aérea.

A las 11 y 45 el presidente se reúne con las hijas y restantes mujeres que en número de nueve se encontraban en el palacio, ordenándoles con toda firmeza que debían abandonar La Moneda, pues consideraba que no tenía sentido que murieran allí indefensas. Y de inmediato solicitó de los sitiadores una tregua de tres minutos para evacuar el personal femenino. Los fascistas no conceden la tregua, pero sus tropas comenzaban en esos instantes a retirarse de los alrededores de Palacio, para llevar a cabo el ataque aéreo, lo que produjo un impasse en el combate que permitió la salida de las mujeres.

A las 12 aproximadamente comienza el ataque de la aviación. Los primeros rockets cayeron en el Patio de Invierno que está en el centro de La Moneda, perforando los techos y estallando en el interior de las edificaciones. Nuevas oleadas de aviones y nuevos impactos se suceden unos tras otros, inundando de humo y de aire tóxico todo el edificio. El presidente da órdenes de recolectar todas las máscaras antigases, se interesa por la situación del parque y exhorta a los combatientes a resistir firmemente el bombardeo.

El parque de los fusiles automáticos de la guardia personal del presidente se estaba agotando después de casi tres horas de combate, por lo que el presidente ordenó derribar de inmediato la puerta de la armería de la Guarnición de Carabineros del palacio, donde podía encontrarse parte del armamento de aquélla. Al impacientarse por la tardanza de la información sobre dichas armas, él mismo, cruzando el Patio de Invierno se dirigió a la armería y observando que se demoraban en derribar la puerta ordenó que se emplearan granadas de mano en la operación, lográndose abrir un boquete en el cuarto de armas, de donde extrajeron cuatro ametralladoras calibre 30 y numerosos fusiles Sik, gran cantidad de parque, máscaras antigases y cascos.

El presidente ordena que todo se lleve de inmediato a los puestos de combate y personalmente recorre los dormitorios de los carabineros, recogiendo fusiles Sik y otros armamentos que allí quedaban. El propio presidente cargó sobre sus hombros numerosas armas para reforzar los puestos de combate, exclamando: «Así se escribe la primera página de esta historia. Mi pueblo y América escribirán el resto», lo que produjo profunda emoción en todos los que lo acompañaban.

Mientras el presidente transportaba pertrechos desde la armería, de nuevo se reanuda el ataque aéreo con violencia. Una explosión quebró cristales próximos al sitio donde se encontraba el presidente, lanzando fragmentos de vidrio que lo hieren por la espalda. Fue ésta la primera herida que sufrió. Mientras recibía atención médica ordenó que continuara el traslado de las armas, y no cesaba de preocuparse por la suerte de cada uno de los compañeros.

Minutos después los fascistas reanudan violentamente el ataque, combinando la acción de la Fuerza Aérea con la artillería, los tanques y la infantería. Según los testigos presenciales, el ruido, la metralla, las explosiones, el humo y el aire tóxico convirtieron al palacio en un infierno. No obstante la instrucción dada por el presidente de que se abrieran todos los grifos y llaves de agua para evitar el incendio de la planta baja, el palacio comienza a arder por el ala izquierda y las llamas se propagan hacia la Sala de los Edecanes y el Salón Rojo. Pero el presidente, que no se desalentó un solo instante, ni en los momentos más críticos, ordena hacer frente al ataque masivo con todos los medios disponibles.

Tuvo lugar entonces una de las mayores proezas del presidente. Mientras el palacio estaba envuelto en llamas se arrastró bajo la metralla hasta su gabinete, frente a la Plaza Constitución, tomó personalmente una bazuca, la dirigió contra un tanque situado en la calle Morandé -que disparaba furiosamente contra Palacio- y lo puso fuera de combate con un impacto directo. Instantes después otro combatiente pone fuera de acción un tercer tanque.

Los fascistas introducen nuevos carros blindados, tropas y tanques por la calle Morandé 80, intensificando el fuego por la puerta de acceso a La Moneda, mientras el palacio continuaba ardiendo. El presidente desciende a la planta baja con varios combatientes para repeler el intento de los fascistas de penetrar al interior del palacio desde la calle Morandé, rechazándolo.

Los fascistas suspenden entonces el fuego en ese sector y piden a gritos dos representantes del gobierno con carácter de parlamento. El presidente envía a Flores, secretario general de Gobierno y a Daniel Vergara, subsecretario del Interior, quienes salen por la puerta de la calle Morandé y se dirigen a un jeep militar que se encontraba enfrente. Esto tenía lugar aproximadamente a la una de la tarde. Flores y Vergara conversan con un alto oficial que se encontraba en dicho jeep. Al regresar a Palacio y ya próximo a la entrada, desde el mismo jeep les disparan a traición, recibiendo Flores un impacto en la pierna derecha y Daniel Vergara varios disparos por la espalda, que lo abatieron, siendo recogido por sus compañeros bajo el fuego protector de otros defensores.

Los fascistas habían pedido el parlamento para exigir de nuevo la rendición, ofreciendo facilidades al presidente y los defensores para abandonar Palacio y dirigirse al destino que escogieran. El presidente reiteró de inmediato su decisión de combatir hasta la última gota de sangre, interpretando no sólo su deseo, sino el de todos los heroicos defensores de Palacio. Desde la planta baja resistieron las embestidas procedentes de Morandé, mientras la entrada principal de Palacio estaba ya prácticamente destruida.

Próximo a la 1 y 30, el presidente sube a inspeccionar las posiciones de la planta superior. A estas alturas numerosos defensores habían perecido por la metralla, las explosiones o calcinados por las llamas. El periodista Augusto Olivares asombró a todos por su comportamiento extraordinariamente heroico. Habiendo sido herido grave, fue atendido y operado en la sala médica de Palacio, y cuando todos lo suponían yaciendo en una cama, con el arma en la mano ocupó de nuevo su puesto de combate en el segundo piso junto al presidente. Sería prolijo enumerar aquí los nombres y los actos de heroísmo de los combatientes que allí se destacaron.

Pasada la 1 y 30 los fascistas se apoderaron de la planta baja de Palacio, la defensa se organiza en la planta alta y prosigue el combate. Los fascistas tratan de irrumpir por la escalera principal. A las 2 aproximadamente logran ocupar un ángulo de la planta alta. El presidente estaba parapetado, junto a varios de sus compañeros, en una esquina del Salón Rojo. Avanzando hacia el punto de irrupción de los fascistas recibe un balazo en el estómago que lo hace inclinarse de dolor, pero no cesa de luchar; apoyándose en un sillón continúa disparando contra los fascistas a pocos metros de distancia, hasta que un segundo impacto en el pecho lo derriba y ya moribundo es acribillado a balazos.

Al ver caer al presidente, miembros de su guardia personal contraatacan enérgicamente y rechazan de nuevo a los fascistas hasta la escalera principal. Se produce entonces, en medio del combate, un gesto de insólita dignidad: tomando el cuerpo inerte del presidente lo conducen hasta su gabinete, lo sientan en la silla presidencial, le colocan su banda de presidente y lo envuelven en una bandera chilena.

Aun después de muerto su heroico presidente, los inmortales defensores del palacio resistieron durante dos horas más las salvajes acometidas fascistas. Sólo a las cuatro de la tarde, ardiendo ya durante varias horas el Palacio Presidencial, se apagó la última resistencia.

Muchos se asombrarán de lo que aquí se acaba de narrar. Y así es, sencillamente asombroso. La alta oficialidad fascista de los cuatro cuerpos armados se había levantado contra el gobierno de la Unidad Popular y sólo cuarenta hombres resistieron durante siete horas el grueso de la artillería, los tanques, la aviación y la infantería fascista. Pocas veces en la historia se escribió semejante página de heroísmo.

El presidente no sólo fue valiente y firme en cumplir su palabra de morir defendiendo la causa del pueblo, sino que se creció en la hora decisiva hasta límites increíbles. La presencia de ánimo, la serenidad, el dinamismo, la capacidad de mando y el heroísmo que demostró, fueron admirables. Nunca en este continente ningún presidente protagonizó tan dramática hazaña. Muchas veces el pensamiento inerme quedó abatido por la fuerza bruta. Pero ahora puede decirse que nunca la fuerza bruta conoció semejante resistencia, realizada en el terreno militar por un hombre de ideas, cuyas armas fueron siempre la palabra y la pluma.

Salvador Allende demostró más dignidad, más honor, más valor y más heroísmo que todos los militares fascistas juntos. Su gesto de grandeza incomparable, hundió para siempre en la ignominia a Pinochet y sus cómplices.

¡Así se es revolucionario!

¡Así se es hombre!

¡Así muere un combatiente verdadero!

¡Así muere un defensor de su pueblo!

¡Así muere un luchador por el socialismo!

Las ultimas palabras del compañero presidente Salvador Allende:

«Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que el sacrificio no será en vano. Tengo la certeza que por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.»

lunes, 23 de junio de 2008

Conflicto Agro-Pecuario: Entrevista a James Petras

Extracto de la nota de Efrain Chury Itibarne a James Petras referido a la situacion Argentina

“En Argentina es la ultra derecha que está resurgiendo, y los marxistas, los trostkistas, no reconocen que son aquellos los que van a cosechar todas las consecuencias del paro"

Radio Centenario

Chury: en la Argentina la gendarmería levantó uno de los piquetes carreteros de Gualeguaychú, en muchas zonas de ese país se nota el desabastecimiento de alimento. Uno se pregunta, ¿qué intereses están de un lado y del otro en este conflicto donde los sectores del campo amenazan prolongar 100 días más esta protesta?

Petras: Yo creo que hay una dinámica en Argentina que mucha gente no ha comprendido. Creo en el comienzo el conflicto era un conflicto reivindicativo para bajar las tarifas en las exportaciones del sector agro, pero con el tiempo y el éxito que han tenido los agro exportadores, particularmente, movilizando los pequeños y medianos agricultores y con el avance de los paros y la incapacidad del gobierno de resolver el problema ni por una intervención fuerte o a partir de concesiones. Yo creo que los que dirigen este paro es la derecha económica y los pequeños agricultores combativos son las fuerzas de choque, en cualquier caso ellos no van a dictar las condiciones para un arreglo, mucho menos se van a beneficiar de las consecuencias. Pero más allá, en el último tiempo, la derecha política se ha ido involucrando particularmente movilizando la clase media en la ciudad de Buenos Aires, Rosario y el interior; y han tomado últimamente una fisonomía política para debilitar desprestigiar al gobierno. Y como el gobierno no tiene una política de parar o movilizar contra los partidos, han quedado con declaraciones unos momentos duros y otros con discursos conciliadores y esta vacilación ha estimulado a la derecha política ahora con cacerolazos en Buenos Aires y van mas allá ahora de la lucha reivindicativa. Yo creo que atrás del paro de agro exportadores está la derecha política y la ultra derecha que está, no simplemente tratando de desprestigiar al gobierno, sino desplazarlo, forzarlo a una crisis económica de desabastecimiento. Buscan provocar una crisis tanto en las cuentas externas como en la inflación interna, por la falta de mercancía y la falta de control sobre los caminos y transporte. Eso me hace pensar que ha entrado en este cuadro algo que hace tres meses no pensaba, que son los grupos golpistas que están metidos en este proceso, que no sólo quieren cambiar la política económica sino que quieren cambiar el régimen mismo. En ese sentido creo que las alternativas que enfrenta el gobierno son dos. Uno, una capitulación que creo que es lo más probable. Aceptar concesiones económicas y sufrir la pérdida de carácter, el desprestigio por su política. La otra alternativa, que no está sobre la mesa, es intervenir en las grandes unidades de producción agro exportador. Amenazar con tomarlos y desplazar los oligarcas y reorganizar la organización de producción. Y eso es una manera de combatir las exigencias exageradas del campo. Pero para eso necesitas un gobierno mucho más a la izquierda, un gobierno capaz de poner frente a la ciudadanía, frente a los sindicatos, a los obreros, a los pobres, un programa alternativo diciendo que “si el capitalismo no está dispuesto a producir nosotros tomamos estas unidades y ponerlos a trabajar bajo el control del Estado con la colaboración de los obreros, trabajadores y jornaleros del campo”. Pero ni se considera eso, ni siquiera la izquierda argentina ha discutido esta alternativa. Entonces yo creo que en el territorio de lo probable, estos paros van a seguir hasta doblegar el gobierno. El gobierno no tiene otra alternativa que negociar con los capitalistas que dirigen el paro y dentro de la izquierda típicamente argentina, la izquierda radical ha tomado partido con el sector agrícola, supuestamente en solidaridad con los pequeños agricultores. Pero el hecho es que los pequeños agricultores están en solidaridad con los grandes agro exportadores, incluso son mas combativos como fuerza de choque y como en otros países, la pequeña burguesía lo ha notado y la gran burguesía está simplemente esperando, provocando para tomar el poder en esta coyuntura. Yo no creo que la pequeña agricultura tenga una señal de considerar alguna alianza con la izquierda, mucho menos con los obreros y sindicatos. En este caso, uno tiene que rechazar cualquier esfuerzo de diferenciar entre el pequeño y el gran agricultor, porque ya están hegemonizados, forman un block político, y están en una trayectoria de confrontación y buscan derrocar al gobierno. En este sentido creo que la lucha ahora es entre el centro izquierda institucionalizado y paralizado, pero dentro de los matices de un sistema burgués democrático; y afuera la ultra derecha encabezada por los agro exportadores que están acumulando fuerzas rápidamente y eso es lo más importante mientras el gobierno está paralizado, la izquierda no muestra ninguna señal de presentar alternativa. Es la ultra derecha que está resurgiendo, los marxistas, los trostkistas no reconocen que como consecuencia de este paro, ellos no se van a beneficiar, sino que es la ultra derecha la que va a cosechar todas las consecuencias de eso. En esta situación creo que uno tiene que poner toda la fuerza contra el paro de patrones, movilizar todas las fuerzas disponibles sufriendo desabastecimiento, la inflación y en ningún caso dar apoyo al gobierno de Kirchner, pero sí defender las instituciones y leyes democráticas, contra estos resurgentes golpistas.

domingo, 22 de junio de 2008

Al toro por las astas

de Osvaldo Bayer

Es increíble la irracionalidad del mundo. Pero el hombre persiste. Sigue rigiendo la ley del dinero. Más dinero, más poder. Así de sencillo. Por ejemplo, que los alimentos del mundo estén en manos de un núcleo de personas surgidos en su mayoría de los dueños de la tierra. En un mundo con limitaciones –y las conocemos con respecto a las reacciones de la naturaleza y a eso que llaman la bolsa y la ruleta de las acciones o las altas y bajas de las divisas– las grandes líneas a seguir no las dictan los que defienden la vida a ultranza, ni siquiera los políticos elegidos en las urnas, sino los que tienen el verdadero poder.

Lo vemos actualmente en Europa. Hoy el diario Frankfurter Rundschau –lo cito porque es un órgano que a veces, muy pocas veces, lástima, se atreve a decir basta-, le dedica toda su tapa, toda, a denunciar la inhumana política europea con respecto a los seres humanos del tercer y cuarto mundo que buscan refugio en Europa, los denominados “ilegales”, que llegan de todos los países pobres. En la tapa de ese diario está en grandes letras la palabra Europa atravesada con alambres de púa. Y luego, en letra pequeña, este párrafo: “Con toda dureza, los estados europeos proceden contra los que buscan refugio. Europa se comporta así como si sólo tuvieran derecho a una vida en dignidad los que nacieron en el continente correcto. Cómo ese apartheid hace ricos a los nuevos contrabandistas de personas, arroja cadáveres a las costas españolas y lleva a que los chechenos perseguidos no encuentren protección, informamos en la edición de hoy, el Día de los Refugiados”.

Sí, Europa ha decidido hacer ya en un tono leguleyo lo que lleva a cabo Estados Unidos en sus fronteras con los “latinos”. Es el sistema. Esa Europa que estableció después del “descubrimiento” la esclavitud y la explotación de sus colonias africanas y americanas no se hace responsable por ello. Pero eso sí, sigue aprovechando el comercio con las elites de esos países que dominan sus economías y producen la pobreza, y por tanto la violencia.

Cuando uno lee las noticias de la Argentina, comprueba que la Sociedad Rural acompañada por otras organizaciones, que en conjunto siguen siendo dueños y señores de la tierra (algunos más, otros mucho menos, pero están juntos), hacen un “paro” patronal. La tierra, que significa el pan, que no tendría que pertenecer a nadie sino a todos, es de ellos. Esa tierra que tendría que ser de todos, como la sombra de los árboles en verano, como los caminos, como los ríos, como el derecho a la enseñanza, como el derecho a la salud. Causa hasta vergüenza que ninguno de nuestros gobiernos haya ido a golpear a la puerta de la Sociedad Rural y les haya preguntado: ¿de dónde tienen ustedes la tierra, quién se las otorgó, cómo llegaron a ella? La pregunta que tendríamos que hacerles todos a los estancieros, los latifundistas.

¿Cómo es posible que ningún Congreso nacional en toda su historia haya tratado el tema de los títulos de la propiedad de las pampas increíblemente fértiles e interminables o haya nombrado una comisión que estudiara a fondo cómo llegaron esos señores a la posesión de tales extensiones? No, no se hizo nunca. Se aceptó a libro cerrado esa historia terriblemente injusta y cruel. De eso no se habla. Y todos concurrieron a inaugurar el monumento a Julio Argentino Roca, el que dictaminó la muerte al “salvaje o bárbaro”. Y cómo después va a comenzar el otro capítulo, el de la explotación de los verdaderos trabajadores de la tierra, los “peones en negro”, como es habitual. Peones y sirvientas no entran por la puerta del Derecho.

Es hora de llamarlos a rendir hoy cuentas de cómo sus antepasados obtuvieron esas tierras. Sin ninguna duda, la mayoría fue después de la campaña de Roca, con el exterminio de los habitantes originarios. Lo dice toda la documentación histórica. Fue la Sociedad Rural presidida por José Martínez de Hoz –apellido bien conocido por los argentinos– quien va a apoyar y promover la campaña de Roca, por ejemplo, ofreciéndoles las “mejores caballadas” de los estancieros. Después del genocidio se otorgaron más de 41 millones de hectáreas a 1843 estancieros, entre ellos a la familia Martínez de Hoz, que recibió nada menos que 2.500.000 hectáreas. Y luego en la lista de beneficiarios estaban los Anchorena, Leloir, Temperley, Atucha, Ramos Mejía, Miguens, Unzué, Llavallol, Señorans, Martín y Omar, Real de Azúa, Luro, etc. Todos apellidos de la “aristocracia” de la tierra. El general Roca se quedará con 65.000 hectáreas, para “empezar”, y se otorgarán otras 7.450.000 hectáreas a los militares autores del genocidio.

Lo dice el propio Domingo Faustino Sarmiento, en el diario El Censor del 18.XII.1885, textual: “Es necesario llamar a cuenta al presidente y a sus cómplices en estos fraudes inauditos. El presidente Roca, haciendo caso omiso de la ley, cada tantos días remite por camadas a las oficinas del Crédito Publico órdenes directas, sin expedientes ni tramitaciones inútiles, para que suscriba a los agraciados, que son siempre los mismos, centenares de leguas”. Por eso, durante la Década Infame, los conservadores levantaron el monumento a Roca en la Diagonal Sur de la Capital. Y ahí estaban todos, en primera fila los miembros de la Sociedad Rural. El mismo Roca aprobará la Concesión Grünbein, por la cual se otorgaron miles de hectáreas en la Patagonia principalmente a ingleses provenientes de las islas Malvinas. Que financiaron a los “cazadores de indios”. Una libra esterlina por par de orejas de tehuelches. La Sociedad Rural también apoyó firmemente la represión de los peones rurales patagónicos en la matanza de 1921 para no hablar de su influencia en la política de los centros provinciales.

¿Cómo es posible que jamás en la Argentina se haya intentado una reforma agraria? Seguimos aceptando un régimen que pertenece al medievo. Se tiene que dictar una ley poniendo una valla a la posesión, un máximo de hectáreas y dar preeminencia a las cooperativas de productores. Para ello, crear escuelas en cada ciudad del interior de más de cincuenta mil habitantes sobre administración del campo, ciencias agrícolas y ganaderas, para que los hijos de los trabajadores de la tierra puedan ya ser los técnicos futuros del campo.

Nada se arregla ahora con bajar o subir las retenciones, sino que la única solución es democratizar la posesión de la tierra. Y que sean esas mismas cooperativas las que se encarguen de la comercialización de sus productos.

Es lamentable que la Federación Agraria, aquella del Grito de Alcorta, no haya continuado su lucha de hace un siglo y que hoy busque como aliados a quienes están en la vereda de enfrente. Me viene a la memoria el movimiento del campo iniciado por integrantes de la Federación Agraria y apoyado por su diario La Tierra, en febrero de 1975, en el gobierno de Isabel Perón. Las otras organizaciones patronales del campo –Sociedad Rural, Coninagro y Confederaciones Rurales Argentinas– repudiaron las acciones de protesta. También Carbap, a través de su titular, Jorge Aguado, tuvo palabras muy duras contra el citado movimiento. Más tarde, en septiembre, del mismo año, sí, la Federación Agraria se plegó al movimiento de reivindicaciones de las Confederaciones Rurales Argentinas, a la que pertenece Carbap. Por lo que el periódico El Auténtico dirá: “La falta de una adecuada política económica tendiente a garantizar el precio de las cosechas, que hace que los pequeños y medianos productores queden a merced de los grandes monopolios exportadores, explica la decisión de la Federación Agraria de plegarse a una huelga hegemonizada totalmente por la más rancia oligarquía”. Hace treinta y tres años.

El diario La Prensa, por supuesto, apoyó el movimiento de la oligarquía del campo señalando que “De hecho, los gobiernos han mantenido una incoherencia sistemática respecto de la agricultura... que puede expresarse como desprecio por la merecida consideración de esa actividad productiva en el conjunto de los intereses nacionales”. Intereses nacionales.

La verdadera solución llegará cuando se lleve la verdadera democracia a la tierra. Ni terratenientes ni siervos. Que la alimentación de las ciudades no dependa de un triunvirato todopoderoso de los dueños de la tierra. Ojalá que la Iglesia Católica tome como modelo al obispo Angelelli, aquel que dijo en el púlpito, en ocasión de la muerte de un leñador y después de ver con sus propios ojos cómo sus compañeros llevaban el cuerpo sin vida sobre los hombros y lo enterraron así porque no les alcanzaba el dinero para comprar un ataúd: “En qué país vivimos que ni siquiera los leñadores pueden lograr la madera que abrace y contenga a sus seres queridos a la hora de la muerte”.

Al día siguiente, Angelelli yacía sin vida tirado en el suelo de una tierra por la que tanto luchó. Realidades constantes.

Página 12

sábado, 21 de junio de 2008

Un sector de la izquierda Perdió la brújula

La gran campaña desplegada por el gobierno contra los pequeños y medianos productores agrarios no logro confundir a la población, que mayoritaria-mente apoya el reclamo del campo. Por el contrario, la gran perdedora de esta contienda ha sido la presidenta, cuya popularidad viene cayendo en picada y actualmente ronda un pobre 19%, menos de lo que supo tener De la Rua el día de su caída. A quienes si logro confundir el gobierno, fue a una parte de la izquierda.
El PO y el PTS dicen no estar ni con unos ni con otros, como si fuera posible mantenerse neutral en esta pelea. La realidad es que desde una posición supuestamente “independiente” han ido reproduciendo cada uno de los argumentos del gobierno. Hasta llegar, como hace el PO, a denunciar un supuesto intento de Golpe de Estado, que si fuera consecuente lo obligaría a cerrar filas sin mas tapujos con el gobierno “supuestamente” amenazado.
Otros sectores, entre los que se destacan valiosos intelectuales agrupados en el EDI, dirigentes de agrupaciones horizontalistas y honestos luchadores sindicales, han desarrollado una posición todavía más equivocada, aunque más consecuente que la de aquellos que se quieren mantener al margen del conflicto. Estos compañeros llaman a tomar partido y desde esa postura declaran defensores de las medidas que viene tomando el kirchnerismo y que dieron origen al conflicto con el campo. En el mismo espacio también se encuentra el pequeño grupo que adhiere a la LIT en argentina, el FOS, que llevando al extremo estas posiciones ha salido públicamente a defender la represión del gobierno a De Angelis y demás ruralistas así como el paro de la CGT en apoyo al gobierno y el llamado a armarse contra los productores que realizo D’Elía.
Lamentablemente, ya sea por la gran miopía política de algunos o por efectos de la gran marginalidad en la que se desenvuelven otros, todos estos sectores se han puesto en la vereda de enfrente del movimiento de masas. Los llamamos a reflexionar y cambiar esta equivocada actitud.

Arturo Vaca

Muestras claras de la crisis del modelo económico K

Hace ya más de tres meses, cuando quedó claro que el conflicto con el campo no se resolvería rápidamente, que el dólar empezó a subir. Esto se debió, esencialmente, a la presión ejercida por la compra de dólares por parte de grandes empresas que veían nubarrones en la economía Argentina y como siempre se refugian en el dólar. La inflación creció aún más. En el último mes, el gobierno salió a comprar dólares para bajar su precio, lo que trajo aparejado otra serie de problemas. Ahora muchos de los empresarios amigos del modelo se quejan de falta de competitividad con un dólar “bajo”. ¿Qué implicancias tiene esto para los trabajadores y el pueblo?, que el dólar baje ¿va a beneficiarnos?


Cuando el gobierno decidió aumentar las retenciones al agro, en el mes de marzo, debió saber que estaba “tirando demasiado de la soga” y que podría haber reclamos importantes del sector. Pero, seguramente, no imaginó que se desataría el conflicto más importante con este sector, en décadas. Tampoco que pondría de manifiesto en forma palmaria, todas las contradicciones y debilidades de un plan que había comenzado hacía ya más de 5 años y que en sus discursos de asunción presidencial, Cristina, se esforzaba en mostrarlo como el más exitoso en 2 siglos... ¿se acuerda compañero? Hoy, a 6 meses de gobierno, estos dichos aparecerían como un chiste de mal gusto!!

Las patas del plan y su debilidad

El plan iniciado por Duhalde tenía como eje central la devaluación monetaria. Con ello pretendían darle un golpe al ingreso de los trabajadores que, de la noche a la mañana, pasaron de ganar un promedio de U$S 650 a cerca de U$S 200. Esto traería aparejada una disminución de los costos patronales de producción, puesto que, como la maquinaria industria operaba a menos del 30% de su capacidad, podrían ocupar rápidamente mano de obra barata y aumentar las exportaciones, cobrando en dólares lo que aquí producían a valor peso. Un negocio redondo para la gran burguesía a expensas de millones de trabajadores que veían caer sus ingresos a la tercera parte.
Pero la lucha por conseguir mejoras salariales, la inflación (producto de la especulación de los grandes grupos productores que se negaban a vender en el país a precios más bajos que los que podían vender en el exterior) y la falta de inversión en la renovación de maquinarias para la industria, hizo que año tras año el modelo se fuera agotando y empezó a tocar los intereses de los originales beneficiarios: la gran industria, sobre todo automotriz, autopartista y construcción. Los cuales reclaman un dólar más “competitivo” para ellos, es decir más alto, para poder seguir manteniendo su tasa de ganancia sin necesidad de invertir en nueva tecnología (que les permitiría mayor producción real y abaratamiento de costos).

El plan del gobierno en una encrucijada


El conflicto del campo y la pelea contra el incremento en las retenciones (que ya hemos tocado repetidas veces desde estas páginas) puso en evidencias todas las debilidades del plan económico K y en estos momentos se halla en una encrucijada. Veamos por qué.

1) Para tratar de garantizar el superávit comprometido con los acreedores externos, Cristina tuvo que echar mano al aumento de las retenciones que, en sus cálculos iniciales, le proporcionaría más de U$S 2.500 millones anuales.

2) Pero el conflicto que lleva más de 3 meses sin solución condujo a que no entren divisas en dólares por exportaciones; a desabastecimiento de muchos productos especialmente de alimentos; inestabilidad política y desconfianza en el futuro del gobierno y su plan que, a su vez, lleva a especulación y compra de dólares por parte de grandes y medianas empresas que históricamente se “corren” al dólar para cubrirse de posibles o reales crisis.

3) Producto de éstas y otras causas, aumentó la presión inflacionaria, sobre todo de productos de primera necesidad, que a su vez genera mayor malhumor social, desconfianza y divisiones en la burguesía. Y en los trabajadores, mayor bronca y reclamos por aumentos salariales.

4) Para no extendernos demasiado, diremos por último, que la economía mundial tampoco ayuda a los Kirchner. Ya que producto de la crisis en EEUU, la explosión de la burbuja inmobiliaria, la caída del dólar y como siempre especulación financiera (ahora volcada al sector de alimentos y combustibles), existe una tendencia inflacionaria que ya se diagnostica como “mundial”, con un incremento promedio que lleva del 4% a más del 4,8% anual, pero que en realidad supera el 23% si vemos los alimentos y los combustibles, los cuales duplicaron su precio desde el 2004 hasta hoy.
Ante este complejo panorama, el gobierno trató de salir a frenar el dólar vendiendo reservas del banco central, como un modo de intentar frenar la inflación, conciente que si se disparaba el dólar podría entrarse en una espiral ascendente de precios e ir a una inflación incontrolable. Pero esto tiene también sus consecuencias negativas, por un lado ha perdido más de U$S 2.700 millones de dólares al 13 de junio (datos del propio Banco Central) en reservas que ya son menores a 48 mil millones de dólares. Por otro lado, al bajar el dólar como quiere Néstor Kirchner a unos $ 2,90 le produce un conflicto con la industria, sobre todo con la automotriz y autopartista, nenes mimados de este plan económico. Ya que un dólar más bajo, al haberles aumentado los costos internos de producción por la inflación (salarios, energía, materias primas, etc) hace que les caiga la rentabilidad y ya se quejan a viva voz que están perdiendo mercados.

Por eso la disyuntiva es de hierro: si deja flotar el dólar (hacia arriba lógicamente) aumenta la inflación, se disparan los precios, aumentan los reclamos de los trabajadores. Si interviene y baja el dólar con ventas del central, pierde reservas, inestabiliza la macroeconomía porque se hace menos confiable para los acreedores externos y entra en conflicto con la industria que necesita de un dólar alto para exportar y mantener sus ganancias, lo que puede llevar a disminución de la producción, suspensiones de trabajadores, despidos, etc.

Con este modelo los trabajadores siempre perdemos

Por más que en sus discursos casi diarios, la presidenta nos intenta hacer creer que con el aumento de las retenciones vendrá una “redistribución de la riqueza” nada de esto es real. El modelo de Kirchner fue el más concentrador de riqueza de las últimas décadas, más aún que el de Menem, haciendo que la diferencia entre los que más y menos ganan, se incrementara.
Al principio lo lograron disfrazar vía la generación de puestos de trabajo, aunque fueran en negro y con menores salarios. Pero hoy como ya vimos, hay claros signos de agotamiento del modelo, y cualquiera de los caminos que tome terminará perjudicando a los trabajadores y el pueblo.
Por eso necesitamos un plan económico opuesto al actual, dirigido a beneficiar a los que menos tienen, con impuestos progresivos a las grandes ganancias, subsidios para los pequeños productores, eliminación del IVA a los productos de primera necesidad (para abaratarlos), que no pague los miles de millones de dólares en deuda externa y con esa plata hacer un verdadero plan de obras públicas, inversiones en salud y educación entre otras medidas que beneficien al pueblo y no a los grandes pulpos nacionales e internacionales.

Gerardo Uceda

Cada día hay más pobres

Nuevamente los Kirchner nos han tomado el pelo a los argentinos. Ahora le ha tocado el turno al ex presidente que, en su discurso como jefe del PJ, el pasado martes afirmó que las cosas van cada vez mejor: menos indigencia, menos desocupación y pobreza. Pocos días antes el INDEK había señalado que el índice de inflación del mes de mayo fue del 0,6 % y Cristina nos hablaba de cómo iba a continuar distribuyendo la riqueza… Lo cierto es que, cuando cualquier persona va ha comprar alimentos u otro producto, descubre que los precios no paran de subir y con ellos la indignación de la gente ante tanta inequidad y tanta mentira.


Coordinador del MST Teresa Vive

Mintiéndonos
en la cara


Según el ex presidente la indigencia se redujo al 7%, la desocupación bajó entre el 7 y el 8% y la pobreza disminuyó al 20% y van a seguir bajando… salvo algún problemita, estamos sólidos y no hay crisis. Sin embargo en los comedores populares de nuestro movimiento es notable el crecimiento de vecinos que vienen a alimentarse en los últimos meses.
Lo cierto es que la inflación real, estimada por los empleados del INDEC en más de un 25 % anual y en un 30% para el caso de los alimentos, ha producido en los últimos meses que 1.500.000 personas caigan por debajo de la línea de pobreza. Cada punto de inflación significan 150.000 nuevos pobres.
Por eso, los analistas serios concluyen que hoy más del 30 % ( 11 millones de personas) de la población esta en la pobreza y que la indigencia ha subido a más del 12 % ( 5 millones de personas).¡ Hay 3 millones de pobres más de los que reconoce el gobierno!
Y el empleo, que desde fines del 2007 no registra aumentos reales. El tan mentado crecimiento de la economía se ha generado en torno al aumento del consumo y no de nuevas inversiones en puestos de trabajo, por lo que sigue con una desocupación por arriba de los dos dígitos, con niveles similares de subocupación y un 40 % de trabajadores en negro.

La desaceleración de la economía y la estanflación

A la falta de inversiones que sostengan el crecimiento, la crisis política causada por más de 100 días de conflicto agrario, esta produciendo un enfriamiento de la economía. La salida del país de miles de millones de dólares en las últimas semanas, la baja del dólar (que favorece las importaciones y desalienta la producción local), la baja en el consumo y en la inversión, la paralización de sectores productivos debido a la crisis, la pérdida de reservas, son indicadores claros de esta desaceleración. Ya los economistas están reduciendo a la mitad sus expectativas de crecimiento.
A estas tendencias recesivas debe sumarse una creciente inflación, que completa el cuadro de penurias para los trabajadores y sectores populares. A esto, que es un fenómeno mundial, se lo llama estanflación: estancamiento + inflación. O sea que, mientras que hay menos actividad y menos empleo, de la mano del aumento de los alimentos y el petróleo los precios siguen subiendo.

Aumenta la pobreza de la mayoría y unos pocos se enriquecen

De acuerdo a estimaciones privadas (ya que el INDEK mide para otro país) la canasta de indigencia (o sea los alimentos básicos para sostener una familia tipo) rondaría los $ 570 y según el estudio de Artemio López la canasta de pobreza (alimentos más servicios básicos) estaría en $1.435. De acuerdo a este estudio de la consultora Equis “la brecha de pobreza es récord- precisa que entre enero y marzo el ingreso de los hogares pobres promedió los $ 615.” … y …” los hogares pobres pueden comprar apenas el 43% de los bienes y servicios que se necesita para superar la línea de pobreza. En plena crisis de 2002 esa relación era del 47%”… con lo que … “para un cuarto de la población nacional sus chances de superar la línea de pobreza están hoy empeoradas respecto incluso a los que tenían en medio del piso de la peor crisis socioeconómica en mayo de 2002” (Clarín 29/04/2008).
Los estadios técnicos de la CTA han establecido que en los últimos años de cada 100 pesos producidos, 62 pesos se lleva el 30% más rico de la población.
¡Y los caraduras del gobierno siguen hablando de la redistribución de la riqueza, cuando lo que han generado es la mayor brecha entre ricos y pobres de la historia argentina!

Trabajar… y morirse de hambre


Después de la grave crisis del 2001/02 conseguir un empleo era suficiente para salir de la pobreza extrema, dado la enorme cantidad de desocupados y personas sin ningún ingreso. En la actualidad, pese a que se conserva un importante índice de desocupación, ha habido una recuperación del empleo. Hoy los bajos salarios y la precarización del trabajo son las causas centrales de la pobreza.
El desboque de la inflación ha acelerado la tendencia a la diferenciación social. En una economía que ha crecido a niveles records la distruibución del ingreso ha sido cada vez más regresiva, ya que más de la mitad de los trabajadores formales del sector privado (tres millones de trabajadores) ganan apenas $1.500 y el 40 % de la fuerza laboral, que trabaja en negro, promedia los $ 750 de ingreso mensual.
Si a esto le sumamos que los planes sociales siguen congelados en $ 150 (en el 2002 con $ 109 se cubría la canasta de indigencia), que millones de jubilados ganan una miseria y hasta los ingresos de los trabajadores de las capas más altas se ven reducidos, víctimas de la inflación o del impuesto a las ganancias, podemos completar un cuadro muy distinto al de “redistribución” del que habla Cristina.
Y los más débiles son los que sufren más “Esa realidad se amplía por el fenómeno de la «infantilización de la pobreza»: el 48% de los menores vive en hogares con carencias” (Daniel Muchnik, Clarín 26/05/08)

El modelo K no va más

El gobierno niega la inflación y cuando no tiene otro remedio que reconocerla le hecha la culpa a los pequeños productores agrarios en conflicto contra el aumento de las retenciones. Dice para asustar, que si retrocede con los aumentos de las retenciones, la carne se va ha ir a $ 60 el kg y todo los alimentos van a subir a precios internacionales impagables.
Lo cierto es que los pequeños productores se han cansado de demostrar como la política del gobierno solo ha favorecido la concentración en el agro. Arruinando a los chicos, favoreciendo a los pooles y grandes exportadores, a la cadena de intermediación y los supermercados que son los responsables de la formación de los precios y a los que el matón de Guillermo Moreno nunca quiso tocar.
Hace falta otro modelo que utilice los enormes recursos de un país, que le da de comer a 300 millones de habitantes en el mundo, para terminar con la indigencia y la miseria de millones de argentinos.
Medidas de emergencia contra la inflación y la pobreza
Frente a la grave crisis que el aumento de la inflación esta provocando en los hogares de los trabajadores y el pueblo, hace falta luchar por:

* Aumento inmediato de salarios y jubilaciones al nivel de la canasta familiar. Reapertura inmediata de las paritarias. Universalización y aumento de los planes sociales al costo de la canasta de alimentos $570. Inmediato blanqueo del trabajo en negro y precarizado.

* Plan de emergencia alimentaría. Eliminación del IVA en el precio de los alimentos. Aumento inmediato de las partidas a los comedores escolares y a las comedores populares. Garrafas gratuitas para todas las familias en situación de riesgo social. Plan Estatal de Emergencia Nutricional y de Salud para millones de niños pobres con control de los trabajadores y organizaciones sociales.

* Para frenar la inflación: Precios fijos y topes para los productos que integran la canasta familiar. Controles populares a los grandes capitalistas, intermediarios, supermercados y formadores de precios. Aplicación de la ley de Abastecimiento contra las grandes empresas que desabastezcan.