lunes, 10 de diciembre de 2007

El escenario que enfrentará Cristina

Cristina Kirchner está preparando su gabinete, discute el presupuesto y prepara su «pacto social». Dos posturas contrastan vivamente. Una, la de los 20 países más desarrollados que se «encuentran muy preocupados por un posible crisis aguda mundial para el 2008» y otra la de Martín Redrado, actual presidente del BCRA quien dijo que «a esta crisis los países de Latinoamérica la miramos desde la tribuna» queriendo significar que no nos afectará. ¿Quién tiene la razón? ¿Cuál es el futuro económico mundial al que se enfrentará el próximo gobierno? Y más importante que esto, ¿cuáles son las medidas que tomará ante esta posible crisis aguda? ¿Cómo afectará a los trabajadores y el pueblo argentino?

Después de un ciclo de más de cuatro años de expansión (2003-2006), en este 2007 empezaron a aparecer negros nubarrones en el cielo de la economía mundial. Primero fue la crisis de la bolsa de Shangai el martes negro del 28 de febrero, pasaron unos meses y una nueva crisis azotó la bolsa del Wall Street motorizada por un crack en la “burbuja inmobiliaria”. Hace menos de 20 días se reunieron en Sudáfrica los economistas y presidentes de los bancos centrales del G-20 (las 20 primeras economías mundiales). En esta reunión manifestaron estar muy preocupados por el rumbo de la economía mundial, pero ahora no sólo por problemas en el sector especulativo bursátil, sino por razones más de fondo como son el alto precio de la energía (principalmente el petróleo que ya perfora el techo de los U$S 100 el barril), el alto costo de los alimentos y por el calentamiento global.

Que están preocupados no cabe la menor duda, que el problema es complicado de resolver en los marcos de la economía imperialista mundial, tampoco. Pero lo más llamativo es que todos estos economistas no aciertan a dar respuestas o medidas más o menos satisfactorias de cómo enfrentar la crisis que avizoran. A principios de año anunciaron que bajarían las tasas en EEUU, el principal país imperialista del planeta. Inmediatamente se produjo la crisis de la bolsa de Shangai, dado que si enfrían la economía yanqui, donde ellos venden la mayoría de su producción, sus empresas quebrarían. Entonces deciden no bajar las tasas, sino subirlas y el dólar se deprecia, generando presiones inflacionarias en toda la economía mundial. Aterrorizados por el gran crecimiento de la burbuja inmobiliaria, los bancos decidieron “hacer efectivas” las hipotecas, entonces aumentó la incobrabilidad de los créditos, entraron en crisis los bancos más importantes de Norteamérica y peligra el hogar y el empleo de cientos de miles de norteamericanos metiendo una crisis ya no bursátil sino económica en su propio país.
Es que hasta hoy, el capitalismo imperialista no logra descifrar las causas últimas de sus crisis cíclicas, inmersas en una crisis crónica de la que tampoco salen, por ello cada remezón los pone al borde un ataque de nervios.

Redrado opina que a la Argentina no le afectará la crisis


Mientras esto sucede en la economía mundial, el actual presidente del Banco Central Argentino, y uno de los que se menciona como probable candidato a ocupar la cartera de Economía en el caso que se le compliquen las cosas a Cristina, salió a decir que las futuras crisis no afectarán a nuestro país y tampoco a la mayoría de los países de Latinoamérica porque estamos “mejor preparados que otras veces, con superávit fiscales, y reservas en los bancos”. Aún desde el punto de vista burgués es por lo menos aventurado (por no decir que es una absoluta estupidez) decir esto. La economía Argentina es absolutamente dependiente, marginal a la economía mundial dominada por el imperialismo yanqui y europeo. Cualquier remezón importante en las finanzas o la estructura económica mundial haría estremecer la nuestra, licuando en cuestión de semanas o meses el superávit fiscal y esfumando las reservas como pasó con las de México en el 94 o en nuestro propio país en el 2001. Si así está preparado uno de los referentes de la economía del próximo gobierno, ya podemos presuponer cómo le irá ante un cambio brusco y negativo en las finanzas mundiales.

¿Hacia dónde va la economía mundial?


Tratando de no caer en una simplificación de los problemas que aquejan a la economía mundial en la actual etapa decadente imperialista, los marxistas tenemos una visión de sus problemas mucho más atinada y científica que los propios burgueses.

Es evidente que los problemas son múltiples y complicadísimos. Existe el problema del calentamiento global y el cambio climático (al que nos llevó el criminal manejo que hace de los recursos naturales y la contaminación el propio sistema). También tiene su lógica y contradicciones el problema del precio del petróleo (con la guerra de Irak, la inestabilidad en medio oriente y los roces entre el imperialismo y Chávez, por sólo mencionar algunas causas).

Pero si debiéramos bajar a tierra el problema de la crisis crónica de la economía capitalista podríamos decir que se trata principalmente de una caída en la tasa de ganancia, sobre la que se articulan una sobre acumulación de productos y la feroz competencia imperialista.

Esta afirmación que hemos hecho en un simple párrafo, ha generado discusiones desde hace décadas, no sólo con los economistas burgueses sino también con otros que se dicen de centroizquierda y aún algunos que se reclaman del marxismo. Que tienden a interpretar, algunos honestamente otros no tanto, que el problema es la sobre acumulación de mercancías y una mala distribución del ingreso. Esto es lo que opina en nuestro país Claudio Lozano de la CTA por ejemplo, para el cual el problema se arreglaría con un “shok distributivo” como le gusta decir. Esto es, que los capitalistas rescindan un porcentaje de sus fabulosas ganancias y las vuelquen en el pueblo lo que mejoraría los salarios, la educación y el poder de compra y se solucionarían todos los problemas. ¿Esto es así? ¿Hay posibilidades de que esto se dé en los marcos de la economía actual?

En la opinión de la OCDE (organismo que reúne a más de 30 de las principales potencias económicas mundiales) no, y la respuesta que dan a la cuestión de la economía y el desempleo es opuesta a la que sueña Lozano. Veamos algunos puntos de su resolución de mediados de este año “Aumentar la flexibilidad del tiempo de trabajo... Aumentar la flexibilidad de los sueldos... Considerar de nuevo el papel de los sueldos mínimos legales... modulando (éstos) en función de la edad y de las regiones...
Introducir ‘cláusulas de renegociación’ que permitan negociar de nuevo a niveles inferiores convenios colectivos firmados a niveles superiores” Es decir ante la crisis los capitalistas piensan hacer lo contrario de lo que propone la CTA. ¿Por qué?

Nosotros sostenemos que es por lo que explicamos en el párrafo en cuestión y que desarrollaremos brevemente por razones de espacio. En la actual etapa imperialista de concentración económica en cada vez menos manos (las multinacionales), en conjunto con una feroz competencia interimperialista de precios y avances tecnológicos, se producen dos fenómenos más o menos simultáneos. Uno es el aumento de la producción de mercancías que en muchas ocasiones lleva a sobre stocks y depreciación de su valor de cambio. Otra es una aumento del capital. Ahora por qué si aumenta el capital (es decir hay más plata) y se acumulan bienes, no hacer lo que dice Lozano, aumentar los salarios para que los trabajadores de todo el mundo compren más y se acabe el problema. Lo que en realidad sucede es que el capitalismo tiene una sola forma de sacar ganancia: a través de la explotación del trabajo del hombre. De esa explotación obtiene una plusvalía (es decir, un excedente de ganancia) y sólo obtiene ganancia de ese modo. De manera que si producto de la explotación a la que hemos llegado (muchas veces insoportable para los trabajadores) obtiene fabulosas ganancias y éstas aumentan su capital, para poder invertir ahora más capital y que éste a su vez le genere más ganancias (insistimos en el marco de una feroz competencia de precios) no tendría otra alternativa que aumentar la plusvalía (es decir la explotación) a niveles casi infinitos, de otro modo indefectiblemente la tasa de ganancia (esto es la relación entre el capital invertido y la ganancia obtenida) decae. Es por esto que la plata no vuelve a la inversión, la vuelcan a la especulación, a la bolsa o cualquier otro circuito especulativo (arte, deporte, joyas) pero no a la inversión productiva, porque saben que les bajará la tasa de ganancia y que sus empresas se fundirán. Es por esto que lo que plantea Lozano y la CTA no será nunca una alternativa para los capitalistas, ya que si aumentaran masivamente los salarios caería abruptamente la plus-valía que les sacan a los trabajadores, dicho de otro modo aceleraría la caída de la tasa de ganancia. Esta propuesta es irrealizable y prepara frustraciones a los trabajadores que crean en ella.

Esta caída de la tasa de ganancia es la responsable de la crisis crónica de la economía imperialista, sobre la que se insertan diversas crisis agudas como las que se empezaron a dar este 2007. Más allá de que puedan salir con alguna maniobra bursátil o financiera de ellas, la única salida que tienen es aumentar la explotación sobre los trabajadores. Es para eso que se preparan todos los días, es para enfrentar esta contrarrevolución económica permanente que tenemos que prepararnos los trabajadores. Que en nuestro país se llama luchar por recuperar el salario que nos roba la inflación (una forma que tienen los burgueses de aumentar la plusvalía relativa), luchar por un aumento de salarios y contra el pacto social que nos quiere imponer Cristina y los grandes industriales con la complicidad de la burocracia sindical.

Gerardo Vera


No hay comentarios: