viernes, 21 de marzo de 2008

Necesitamos una Nueva Izquierda

Luego de la lamentable ruptura de Izquierda Unida motivada por el Partido Comunista, el MST ha tenido la iniciativa de convocar a distintas corrientes y personalidades políticas de la izquierda para gestar una amplia unidad en el camino de superar la fragmentación, el sectarismo y el dogmatismo. Llegó a estas conclusiones después de un proceso de reflexión y autocrítica, confluyendo con distintos sectores y personalidades que desde otras experiencias habían llegado a conclusiones similares.
Lograr la unidad de la izquierda de tradición de lucha antipatronal y antiimperialista que se manifiesta en las calles y las fábricas, y está dividida a la hora de dar una respuesta política electoral y en la elaboración de un programa a largo plazo, es uno de los principales escollos a superar para conformar una alternativa de masas y dar una salida a los grandes problemas del país.
Como resultado de estos esfuerzos unitarios fueron acercándose organizaciones, dirigentes y activistas provenientes de las más diversas corrientes de izquierda. Algunos del peronismo, de los movimientos piqueteros, del PC, del viejo MAS, del PST, del zamorismo y del movimiento asambleario del 2001. Se incluyen dirigentes obreros y estudiantiles y de DD.HH. Entre todos se fueron elaborando las políticas a seguir para instalar y desarrollar esta Nueva Izquierda, haciendo reuniones democráticas, participando y decidiendo juntos.
Se intentó confluir con Pino Solanas y Lozano en dos plenarios representativos antes de las últimas elecciones nacionales y, aunque esta experiencia de articular ambos espacios se frustró en esa ocasión, abrió las puertas para un diálogo positivo entre corrientes peronistas y socialistas.
Como corolario de esta estrategia unitaria se hizo una muy buena elección que permitió que Patricia Walsh sea electa diputada en la Ciudad de Buenos Aires. Este hecho fue un importante avance para cambiar políticas que hasta ahora, han impedido gestar una opción socialista y antiimperialista de masas ya que “No podemos esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo”. Y esta necesidad de cambiar, parte del convencimiento que con un altísimo porcentaje de pobres en el país, con millones de desocupados y trabajadores en negro, los grandes problemas nacionales irresueltos, tales como la continuidad del pago de la deuda externa, los bajos salarios, la dependencia, la pérdida de nuestras riquezas naturales, la lentitud extrema en los juicios contra los genocidas, la inseguridad, los accidentes en calles y rutas o las inundaciones, se hace necesario gestar esta política de unidad.
Aunque el surgimiento de esta Nueva Izquierda “institucionalizada” es todavía acotado, está en sus inicios y continúa la fragmentación, expresa una necesidad de la sociedad y, en especial, de los que luchan.
Después de los enormes avances en los hechos y en la conciencia que devinieron de las jornadas del 2001, donde fueron cayendo uno a uno distintos presidentes con De la Rùa a la cabeza, se hizo la experiencia fundamental que los grandes problemas de los pueblos los arreglan los pueblos mismos, con participación y democracia directa, tal como fueron las asambleas barriales y la movilización permanente. Aunque finalmente el régimen pudo retomar el control, con la persistencia de grandes debilidades, este aprendizaje perdura.
Cuando el economista Lucita afirmó, en una charla informal entre amigos: “Después de todo, al final, en la Nueva Izquierda se fueron nuclean-do dirigentes y personalidades que son una entidad en sí mismas”, expresa parte de la verdad.
A todos nos cuesta ver que estas corrientes y personalidades que integran hoy Nueva Izquierda son mucho más que lo que aparentan. Son los portavoces, los emergentes, de una demanda profunda. La de los miles que exigen que nos dejemos de pelear entre nosotros, que elaboremos una política común para enfrentar a enemigos comunes. Muchos son votantes de Patricia Walsh, Vilma Ripoll u otras expresiones como Lozano, que no se sienten representados por los partidos del poder y quieren un cambio verdadero en la sociedad.
Nueva Izquierda expresa la necesidad de una gran franja de luchadores políticos y sociales que quieren ser escuchados, respetados, en sus pensamientos y política, y sobre todo, un sector que continuando con las experiencias del Argentinazo quieren hacer la política de todos los días, activamente, no como apéndices manipulables de decisiones que ellos no elaboran ni avalan. Ese sector, tal vez sin ponerle palabras, se ha dado cuenta que la sociedad no es algo dado de una vez y para siempre, inmodificable sino que es una creación colectiva de cambio incesante.
Como en toda construcción política se sufren avances y retrocesos, no es una línea recta hacia adelante. Queda mucho por pensar y debatir acerca de la Nueva Izquierda, entre otras cosas, además de lo programático, lo táctico y lo estratégico y qué formas organizativas e institucionales hay que implementar para que las expresiones políticas diversas puedan construir una política común. Todos los que participaron y participan en este proyecto, tienen entonces la palabra.

Chino Moya

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