domingo, 24 de febrero de 2008

El ferrocarril es una cuestión nacional

Escribe: Juan Carlos Cena*

“No es posible dotar a una ciudad de obras de salubridad ni construir la red ferroviaria de un país por la simple asociación voluntaria de los hombres, sin intervención de la ley. Pero en cuanto la clase trabajadora interviene en la gestión de los negocios públicos, y, substrayéndolos a las maniobras del capital privado y a las rapiñas oligárquicas, los dirige para el bien de la colectividad, la situación de los consumidores y empleados se acerca también en los servicios públicos a la de la cooperación libre».
Juan B. Justo, Teoría y Práctica de la Historia, capítulo La Cooperación Libre (1909).

Por tercera vez anuncian desde el atril la construcción de un tren de
alta velocidad entre Retiro-Rosario y posteriormente Córdoba. Todo un despropósito, un desacierto a toda velocidad. Es una medida errada, bajo el punto de vista técnico-operativo, político y económico. Intento que no tiene nada que ver con la racionalidad, cuando la realidad nos está señalando que hay urgentes necesidades nacionales que obligan una atención primaria.
Ya nos hemos pronunciado por distintos medios y sobre los trenes balas, soterramientos, trenes de pasajeros de fantasía que tardan casi el doble en tiempo que cuando eran estatales. Ante estas reiteradas proclamas queremos aclarar que: En ningún país del mundo se instalaron trenes de pasajeros de alta velocidad sin antes haber construido y puesto a punto el Sistema Integrado de Transporte Ferroviario, de acuerdo a las características y necesidades de cada país. Sistema integrado, a su vez, al propio sistema de transporte nacional al cual pertenece, dentro de un proyecto complementario entre los diferentes modos que concurren.
Los países que solucionaron el funcionamiento de su sistema ferroviario y que no instalaron estos veloces trenes, es porque antes de tomar cualquier decisión realizaron un estudio de prefactibilidad, y de acuerdo a ese resultado resolvieron que no, a pesar de tener recursos financieros y técnicos. Me refiero a países que tienen políticas serias de Estado y no comerciales. Como ejemplo, EE.UU no tiene, ni les interesa. Tienen recursos técnicos y financieros.
Proyectar la instalación de trenes de alta velocidad cuando estamos padeciendo una grave crisis energética, sin tener en cuenta el fuerte consumo de este modelo de tren, es grave, irreflexivo.
La debilidad política se manifiesta a veces a través de cuestiones obsesivas, como la de anunciar obras faraónicas que rayan con lo chabacano y lo pueril. Eso me lo dijo un escrutador de almas, es decir un psicólogo.
Es que de lo anunciado ayer y hoy por los administradores K, nada se ha llevado a cabo. Sólo percibimos la debilidad por el uso y abuso del atril, pero eso es otro aspecto.
Instalar trenes de alta velocidad en Argentina sin tener en cuenta, seriamente, el estado en que se encuentran los ferrocarriles suburbanos de corta, media y larga distancia de pasajeros y cargas, es toda una trivialidad perversa. La ausencia de los trenes que circulaban en tiempos en que los administraba el Estado generó grandes zonas despobladas (870 pueblos fantasmas) regiones desarticuladas, desconectadas con un perjuicio enorme en las economías regionales.
Por todo esto y más, repito, es un despropósito, que no tiene nada que ver con las necesidades nacionales. La sola mención de la instalación de este tren de alta velocidad es un agravio nacional.
No conozco de esta administración, ni de la anterior, la solidaridad bala o de alta velocidad. Cuando debieron haber percibido sensiblemente que nuestras comunidades originarias como las wichis y tobas se morían de hambre, antes y después de las elecciones, en el Chaco, provincia gerenciada, por ese entonces, por un radical K. Más de 20 muertes de nuestras comunidades en el país del trigo y la carne. Se nos mueren nuestros paisanos y no se levanta una sola voz desde el atril.
En la localidad de La Calera, estación donde llega el Tren de las Sierras inaugurado por el Secretario de Transporte, después del boato de la inauguración, descubrieron que hay más de 400 chicos desnutridos. Tienen bajo peso y talla para su edad. Están en estado de desnutrición considerado riesgoso por los especialistas. Es el hambre que va cercando a la ciudad.
La presidenta anduvo por Carlos Paz, de inauguraciones, justo cuando fueron descubiertos estos niños. Al gobernador Schiaretti, hijo de ferroviario, ¿no se le ocurrió un acto de solidaridad, rápida, veloz como el tren bala?
Porque no se vayan a creer que no queremos que corran los trenes a Rosario, no, ni mucho menos; estamos con los avances tecnológicos. Tampoco queremos entablar una discusión bizantina, de distracción y de entretenimiento, sino enfocar la cuestión de los ferrocarriles en su correcta vía.
Para ir terminando, antes que nada queremos que regresen los trenes de pasajeros por todo el territorio nacional. Pero no de cualquier forma, como un negocio, sino enmarcado dentro un Plan Nacional por la Recuperación de los Ferrocarriles de manos de un Estado que tenga un proyecto nacional. Para que se reestablezca la interconexión de los pueblos, ciudades, zonas. Que en ese proyecto participen todos, porque el ferrocarril es un bien nacional, no una presa apetecible de la rapiña.
Además, es injusto que se utilicen recursos nacionales para beneficiar una determinada zona (como los trenes suburbanos de Buenos Aires, de alta velocidad y soterramientos), cuando muchos de los aportantes no tienen ferrocarril, viven aislados, sin agua e incomunicados.

Oportunamente el Mo.Na.Re.Fa., contestó ante cada uno de estos anuncios: “El Ferrocarril es un Sistema Integrado de Transporte, de Industrias y Comunicaciones que, además, es un servicio público y cumple una función social. Entre sus características principales figuran la de transportar todo a todas partes y en todo tiempo, con la regularidad obligada de sus servicios”. Para eso, el ferrocarril debe ser del Estado, monopólico y eficiente, centralizado en las grandes decisiones y descentralizado en su operatividad”.

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