viernes, 18 de abril de 2008

Un Fuego que no es Juego

El simbolismo del paso de la antorcha olímpica por las calles de Buenos Aires, como en el resto de las demás ciudades, no tiene nada del honor, la sana competencia o del espíritu de las olimpiadas: dar el máximo cómo deportista que representa la llama de los juegos. Su objetivo es simplemente ampliar un negocio de miles de millones de dólares patrocinado por los grandes pulpos económicos imperialistas y el gobierno stalinista chino.

Los juegos no escapan a este mundo en el que vivimos donde el criterio de la ganancia abunda olímpicamente. En muchos casos también son los propios deportistas los que acuden a cualquier sustancia prohibida para rendir el máximo posible. La televisión, verdadera patrona del circo, con sus monopolios mueve millonarias sumas de dinero evitando que millones de personas en el mundo sin televisión por cable o satelital puedan seguir la competencia. El capitalismo como una metástasis envenena lo que toca.

Pero no todo es negocio. El negocio se tiene que sostener también políticamente. Y los grandes acontecimientos deportivos son utilizados para ese fin.

China hace un uso político para mostrar una imagen que no tiene. La de un país próspero donde reina la libertad y los derechos humanos y sus habitantes viven sin hambre ni explotación. La burocracia stalinista devenida en empresaria de su propio Estado y el imperialismo dueño de verdaderas unidades económicas de explotación en China únicas en el mundo, no van a perderse tremendo negocio. Y el imperialismo norteamericano sabe que sin China no podría hacer frente a su tremenda deuda pública ya que China tiene la mayoría de los papeles de esa deuda.

Pero tampoco escapa a los juegos la realidad de una rebelión justa de parte del pueblo tibetano por su autodeterminación e independencia. De esta rebelión no se sabe demasiado por el bloqueo informativo del régimen de Pekín que echó a todos los periodistas extranjeros. Se sabe que desplegó miles de soldados en las principales ciudades provocando decenas de muertos según las pocas informaciones. Aun así, esa justa rebelión esta provocando una gran crisis en las relaciones diplomáticas de muchos países europeos con China. Los primeros mandatarios de Alemania, Polonia, República Checa y Gran Bretaña no irán, mientras Sarkozy lo esta pensando. Bush, en retirada, duda también porque China es el gran salvavidas de EEUU.

El problema de la rebelión tibetana es su dirección. La camarilla reaccionaria del Dalai Lama, aliado y financiado por la CIA representa lo peor de los restos de un régimen feudal donde existían las castas, la esclavitud y la servidumbre, donde la tortura era normal para acabar con los opositores o penar los delitos. Por otro lado el Dalai Lama ya anunció que no está de acuerdo con la independencia (un extraño representante de un gobierno en el exilio) y solo propiciaría una mayor autonomía. Tal vez quiera que el Tíbet sea una unidad de superexplotación capitalista entrando en negocios con el estado Chino. Y está a favor que los juegos se desarrollen sin inconvenientes, lo que lo pone en la vereda opuesta de los que los boicotean. El pueblo tibetano no tiene salida con los Dalai Lama.

Fabio Marucci

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