sábado, 24 de mayo de 2008

A 39 años del Cordobazo

¿Obreros al poder?

Por estos días se cumple un nuevo aniversario del Cordobazo, ya pasaron 39 años desde aquella gesta histórica. Debo aclarar al lector, que para rememorar aquellas jornadas y reflejar lo mejor posible el papel y las posiciones de nuestra corriente he tomado como base los textos de Ernesto González y sobre todo el tomo II en su última parte y el tomo III de “El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina.” Hace casi 40 años, una señora partidaria de Onganía dijo enojada “los obreros desatados son peor que cualquier ejército”. Fueron los trabajadores y los estudiantes los que le demostraron que no estaba equivocada y pusieron fin a la dictadura de aquel tiempo.

Los años ’60 fueron tumultuosos. Alrededor del mundo, los obreros y estudiantes protagonizaban gestas históricas y parecían tomar el cielo por asalto. En la Argentina, gobernaba el general Onganía que pretendía reinar durante 20 años sin llamar a elecciones. No contaba con un movimiento obrero que comenzaría a llenar las calles y no le permitiría lograr su gran aspiración. En 1969, ya se evidenciaba el descontento de distintos sectores de la sociedad que repudiaban las decisiones políticas, sociales, educativas y económicas del gobierno.

Nuestra situación

Para nuestra corriente no corrían tiempos fáciles. Pocos años antes, en 1967, nos había golpeado la crisis de nuestro Partido Revolucionario de los Trabajadores, que había nacido fruto de un acuerdo entre el Frip y Palabra Obrera. La crisis había surgido de una polémica que abreviamos como militarización vs. proletarización que Moreno resumía de la siguiente manera “militarización, pero acompañar más que nunca al movimiento obrero en su retroceso, en sus batallas defensivas y en sus organismos sindicales” eso significaba integrarse a la resistencia obrera. Por su parte, el sector de Santucho, optó por el camino guevarista sacando a los mejores cuadros obreros de las fábricas para convertirlos en combatientes. Esta polémica atravesó la IV Internacional que apoyó al sector de Santucho y nos reconoció como sección simpatizante. El PRT se divide así en “El Combatiente”, de Santucho, y en nuestra corriente “La Verdad”.
A principios del ’69, “habíamos comenzado a evaluar que los nuevos acontecimientos mundiales y, también nacionales, estaban mostrando... las evidencias de un inminente ascenso obrero y popular.” Teniendo en cuenta la realidad que vivíamos y luego de la ruptura, el PRT-La Verdad tuvo que reconstruir su dirección para dar la pelea que se avecinaba. Junto a Moreno, González y “Fierro” nos sumamos compañeros más nuevos. Quiero mencionar especialmente a Arturo Gómez y Cesar Robles, a quienes considero maestros de cuadros y con quienes Moreno intentó conformar el nuevo eje de la dirección nacional. Ernesto dice “el cambio de la situación a escala mundial y los anuncios que comenzaron a aparecer en la Argentina favorecieron la integración de otros jóvenes, y permitió que el partido se recuperará retomando su participación en las luchas obreras.”

Abajo la dictadura... obreros al poder

En mayo comienzan a acelerarse los tiempos, son reprimidos los estudiantes correntinos y muere un estudiante. Dos días después, el 17/05, en Rosario, estudiantes se movilizan para repudiar el crimen y la policía asesina a otro estudiante, Alfredo Ramón Bello. Indignados los rosarinos se manifiestan masivamente y el 21/05, la policía vuelve a reprimir asesinando al aprendiz metalúrgico Luis Norberto Blanco, de 15 años. Las calles rosarinas fueron ocupadas por obreros y estudiantes que protagonizaban el primer Rosariazo y por el cual Onganía ordenó al Segundo Cuerpo del Ejército que tomara el control militar de la ciudad. La CGT rosarina, se une para convocar un paro en la ciudad el día 23/05 y reclamó a la central nacional un paro nacional.
Tres días antes de lo que después se conocería como el Cordobazo, el titular del periódico Nº 182 del PRT-La Verdad decía “¡respondamos al urgente llamado de la CGT unificada de Rosario! ¡Paro obrero y estudiantil contra la dictadura! ¡Las dos CGT y la FUA deben parar 24 horas en todo el país!” En su contenido, en tono ferviente, decía: “el centro de gravedad de las tensiones se desplaza rápidamente de un punto a otro, con intensidad y amplitud redoblada. De Corrientes a Córdoba, y desde Córdoba a Rosario... el enfrentamiento de todo el pueblo logra desbordar las instituciones. Salta, Tucumán y La Plata se convierten en otras explosiones.”
A la indignación por los graves hechos de Corrientes y de Rosario se sumó, en Córdoba, el descontento provocado por el decreto del gobierno que suprimía el sábado inglés (por el cuál los obreros trabajaban 4 horas y cobraban 8) y las quitas zonales, lo que significaba una rebaja salarial sobre todo en el interior del país.
Los trabajadores de las dos CGT cordobesas, en las que tenían peso los obreros de la industria automotriz pertenecientes al SMATA, liderados por Elpidio Torres y René Salamanca; los de la UTA de Atilio López; los de la UOM con Alfredo Martini y los de Luz y Fuerza, conducidos por Agustín Tosco, convocaron a un paro activo con movilización, por 37 horas el 29 de mayo. Ese era el día del Ejército.
Por la mañana del 29 una marea de obreros y estudiantes comienzan a acercarse al centro de Córdoba. Ernesto González, en el capitulo de su libro titula esta gesta como “dos días que conmovieron al país.”
La bronca se sentía en las calles y de pronto la represión policial asesina al obrero Máximo Mena. La indignación crece y los huelguistas, forman barricadas y desbordan la represión de la policía, que debe huir perseguida por los manifestantes. Ellos fueron los que controlaron la ciudad por casi un día. Por la mañana aparece una pintada que reflejaba el clamor popular “Barrio Clínicas, territorio libre de América.”
Desesperado, Onganía encarga la represión al Tercer Cuerpo de Ejército. Su gobierno estaba en jaque. El resultado de la brutal represión fueron veinte manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre los que se encontraban los líderes sindicales.
Lejos de aceptar las excusas de Onganía, Lanusse plantea “fue la población de Córdoba, en forma activa o pasiva, la que demostró que estaba en contra del gobierno nacional en general y del gobierno provincial en particular». Perón, por su parte y desde el exilio apoyó la rebelión cordobesa y pidió no dar tregua a la dictadura.
Los días de Onganía estaban contados, después del Cordobazo nada sería igual y vinieron el Mendozazo, el Rocazo, el Tucumanazo y un segundo Rosariazo en septiembre de 1969 por lo cual debió retirarse de la presidencia. Años más tarde, con el Viborazo, Levigston debería renunciar también. Y, Lanusse, sería obligado a aceptar la derrota y llamar a elecciones.

Una nueva etapa para la construcción del partido

Lo que ocurrió en Córdoba fue una colosal conquista y un triunfo del movimiento revolucionario. Era la primera vez que sucedía algo así desde la Semana Trágica en 1919 o la huelga general en apoyo a la de la construcción en 1935. La caracterización del PRT- La Verdad fue que lo ocurrido en Rosario y, principalmente en Córdoba había sido, sin embargo, una semi-insurrección porque no había habido una verdadera lucha armada. Habían existido condiciones objetivas más que suficientes para que los soldados y gran parte de la suboficialidad se pasaran al bando de la revolución. Lo que había faltado en Córdoba como en Rosario era un partido revolucionario que supiera movilizar y organizar a las masas para la insurrección
En Avanzada Socialista Nº 105, a cinco años del Cordobazo reflejamos su vigencia y las consecuencias ya que antes del regreso de Perón en el ’73 “el régimen vivió una inestabilidad permanente y los gobiernos fueron jaqueados por las masas y las huelgas y estallidos que repitieron cordobazos en todo el país. Sólo la falta de un gran partido revolucionario impidió, entonces, el triunfo de la revolución obrera, es decir la conquista del poder por las masas. El imperialismo, la oligarquía y el régimen militar con el cual gobernaban debieron retroceder y entregarle el poder al dirigente burgués que proscribieron y odiaron durante 18 años y al que muy pronto aprendieron a amar porque el peronismo pasaría a ser su tabla de salvación.”
El Cordobazo nos abrió una gran posibilidad, una nueva etapa para la construcción del partido. Quiero tomar como ejemplo a Cesar Robles que se fue en el ’70 a Córdoba, en donde no habíamos tenido ninguna incidencia en los sucesos narrados. Fue a tratar de construir el partido en el seno de un movimiento obrero fuertemente influenciado por la ultraizquierda que alentaba las tendencias espontáneas de las masas sin darles una verdadera salida. Dio una dura lucha por imponer la línea y el método de formar cuadros, confiando en la fuerza de la movilización de los trabajadores. Así, trabajando junto a Orlando Mattolini que se había instalado en Córdoba también, sumamos a nuestra corriente a un tipo común pero excepcional, al entrañable “Petiso” Páez.
Casi 40 años después creo que el Cordobazo no ha perdido vigencia, ya que cada lucha que sea cada vez más política será heredera y continuadora de las lecciones que dieron los obreros y los estudiantes del ’69.

Mario Doglio

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