sábado, 24 de mayo de 2008

No al tren bala, si al tren para todos

Delinear proyectos faraónicos es una costumbre de los gobiernos argentinos. Menem, en el supuesto camino hacia el Primer Mundo, fue el primero en hablar de un tren de alta velocidad para el país. En otro momento, llegó a describir la forma de viajar a Japón en minutos con un complejo dispositivo estratosférico...

Ahora, el megaproyecto está en manos de los Kirchner, por la vía del anuncio de la realización del tren bala, que nos introduciría en la modernidad, según dice Cristina.
Según los datos que se dan a luz, la obra se llevará a cabo emitiendo deuda pública por 4000 millones de dólares a 30 años, sólo al inicio. En realidad, nadie sabe cuánto costará, se habla de 10 mil millones. Lo que sí está más que claro es que será un servicio para una pequeña minoría, ya que el boleto costará entre 300 y 600 dólares. El tren bala será un gran negocio para la multinacional francesa Alstom S.A. que lo construirá y que, dicho sea de paso, es investigada por corrupción en Brasil. La única relación que las grandes mayorías de la población tendrán con ese tren será poner el dinero para los subsidios del Estado.
Esta es la verdadera cara del kirchnerismo: otorgar grandes ganancias a las patronales y las empresas multinacionales, a espaldas de las necesidades de la mayoría de la población. El de Cristina, no tiene nada que ver con un gobierno popular.
Mientras tanto, día a día millones de personas viajamos como ganado en los trenes de las empresas privadas, subsidiadas con cifras millonarias. Los accidentes que ponen en riesgo la vida de los usuarios son moneda corriente y las cancelaciones de servicios, en medio de extensos viajes, también. El daño a la población trabajadora es enorme. También sufre un enorme perjuicio el interior. Con la muerte de los ramales que cumplían una función social, quedó un tendal de pueblos fantasma, aislados, sumergidos en la pobreza. El trasporte de la producción también se vio severamente encarecido al realizarse por las rutas en camiones.
La recuperación de la red nacional ferroviaria haría descender notoriamente la cantidad de accidentes en las rutas, un drama que tiene características de grave problema social por la cantidad de muertes que ocasiona.
Invertir en el ferrocarril para viajar es algo perfectamente realizable. Como explicó Pino Solanas, con la mitad del dinero que se invertirá en el tren bala: “podríamos construir una planta de laminados de rieles como Somisa, 200 locomotoras o 15 mil kilómetros de vías (a más de 100 km/h), 6 mil vagones de carga y 10 mil coches de pasajeros”.
Es necesaria la reestatización del tren, bajo control de sus trabajadores y usuarios, para que vuelva a ser un servicio eficiente, seguro y barato para todos los usuarios, que sirva para bajar los costos de traslado de la producción, reducir el índice de accidentes en las rutas y que cumpla la función social que cumple en todo el mundo hacia los pueblos del interior.
Estos motivos hacen que junto a distintos sectores y personalidades gritemos cada vez con más fuerza: ¡No al tren bala, sí al tren para todos! Ya empezó una campaña nacional con importantes acciones en provincia de Buenos Aires y Rosario. Mario Cafiero es uno de los que denunció al gobierno ante la justicia por el tren bala. Se realizaron, además, un acto, mesas de difusión en Once y otras estaciones y rodó el Tren por la Reconstrucción con Pino Solanas, Eduardo Macaluse y Vilma Ripoll, entre otros dirigentes.
Tenemos que seguir la campaña con la realización de charlas y actos en cada localidad donde sea necesario recuperar el tren y con la firma masiva del petitorio que empezó a circular por todo el país.

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