lunes, 7 de julio de 2008

9 de Julio, por la Segunda y Definitiva Independencia

Liberación o dependencia

En 1816 se proclamó nuestra independencia en el Congreso de Tucumán. Años de luchas y revolución de los patriotas lograron quebrar los eslabones que nos encadenaban al imperio español. Pasaron 192 años y ya no son los reyes de España quienes nos dominan, sino el imperialismo yanqui y sus socios. Es su odiada presencia económica, política y militar la que causa estragos en los pueblos. A pesar del paso del tiempo, de los cambios de gobierno y las transformaciones en todos los ámbitos, sigue planteada la misma tarea que tuvieron ante sí los libertadores del 1800: lograr la independencia. El odio generalizado a Bush y a EE.UU. y las movilizaciones mundiales en su contra demuestran que es una tarea viable. En América Latina fue Cuba la que marcó el rumbo. Hoy son Venezuela y Bolivia los países que dan pasos al frente. En Argentina, ¿se puede avanzar a la liberación con los Kirchner? Aquí, nuestras propuestas para lograr la segunda y definitiva independencia nacional y continental del coloniaje yanqui.

España conquistó América a sangre y fuego. Fue un genocidio que duró siglos. Pero el imperialismo español, finalmente, fue derrotado.
En el territorio que hoy constituye nuestro país, las invasiones inglesas desencadenaron una crisis de la autoridad virreinal y el armamento del pueblo criollo para derrotar a los piratas. La posterior ocupación de España por los franceses reforzó las posiciones de los patriotas rioplatenses, lo que desembocó en la imposición de la Primera Junta de Gobierno, el 25 de Mayo de 1810. Mientras San Martín emprendía la liberación de Chile y Perú, el 9 de Julio de 1816 el Congreso de Tucumán declaró la independencia. Se abrió así la oportunidad de construir un país libre de la opresión imperial.
Sin embargo, las clases dominantes permitieron y fomentaron que siguiéramos dominados por el imperialismo inglés primero y por el yanqui después, situación que se mantiene en la actualidad.

Un rosario de dependencia

Con el propósito de sostener el colonialismo continental, apenas camuflado por los gobiernos de turno, pretenden hacernos creer que fomentar el combate al imperialismo es parte de un “discurso del pasado” y que ese enfrentamiento “ya no existe”. No es así. A pesar de las distintas circunstancias históricas seguimos siendo víctimas de la dependencia.
Hoy nos oprimen el imperialismo yanqui, potencias europeas y los socios y protegidos de ambos: los organismos económicos, políticos y militares internacionales y sus empresas de saqueo.
Los efectos de la presencia imperialista no son perceptibles sólo a los ojos de “entendidos”, ni se localizan a miles de kilómetros de distancia: Argentina fue moldeada a imagen del boceto del capitalismo dependiente y lo sufrimos cotidianamente en el terreno económico y en la infraestructura del país.
Unos pocos contrajeron y usufructuaron una deuda externa fraudulenta que pagamos y pagaremos todos durante años. Con cada dólar girado al exterior por los militares, Alfonsín, Menem, De la Rúa , Duhalde y los Kirchner, se esfumaron miles de puestos de trabajo, sueldos, escuelas, hospitales y caminos.
En menos de diez años se acabará el petróleo, ya se importa gas y electricidad en una enorme proporción. La privatización-regalo de YPF a Repsol motivó que se llenaran de dinero a costa de no invertir en la exploración de nuevos pozos. Tampoco se invierte en la producción de energía. Esto se siente en la falta de gas para calefaccionar hogares en invierno, en la falta de electricidad para refrescarlos en verano y en la escasez y carestía de los combustibles que utilizan la industria y el transporte tanto público como privado.
La red ferroviaria nacional fue desmantelada y privatizada, dejando a miles de obreros en la calle y a millones de usuarios a merced de los mezquinos intereses empresariales. Las fábricas estatales de industria pesada se liquidaron a bajo precio, con pocos empleados y manos libres para los nuevos dueños.

“Mejor que prometer es realizar”


Hubo argentinos que estuvieron de “luna de miel” con los Kirchner y creyeron en su moderada y esporádica prédica antiimpe-rialista. Hoy, aunque muchos menos, hay quienes siguen sosteniendo esa postura.
Nosotros no lo vemos de esa forma. Hay numerosos ejemplos que van en sentido contrario. Los Kirchner le pagaron al Fondo, que sigue teniendo el derecho de monitorear la economía local, y proyectan pagarle al Club de París con la recaudación del superávit fiscal.
Mientras las tropas de Bush asesinan al pueblo irakí, Cristina sostiene a los soldados argentinos que apoyan a las fuerzas estadounidenses en Haití, donde son parte de la represión a las revueltas populares por hambre. Volvieron los ejercicios navales conjuntos en aguas argentinas. Fue escandaloso el ataque político a Irán. El reclamo por las Islas Malvinas y por el petróleo de sus áreas marinas no existe.
Más allá del constante martilleo del matrimonio sureño contra las nefastas medidas del pasado, principalmente menemistas, ellos las mantienen y profundizan.
Con la garantía de continuidad a las empresas privatizadas, Néstor y Cristina otorgan subsidios millonarios y permiten ganancias siderales a cambio de pésimos servicios y tarifas caras.
El colmo es el Tren Bala, un proyecto copiado de Menem del cual antes se burlaban y ahora van a llevar a cabo para enriquecer a una corrupta empresa francesa y hacer grandes negociados con un puñado de empresarios. Mientras tanto, millones de argentinos viajamos cada día como ganado y otros tantos se ven privados de viajar desde y hacia el interior o usar los trenes para el traslado barato de la producción.
Hablar de independencia no significa referirse exclusivamente al imperialismo, sino también a sus socios locales, entre los que se cuenta la oligarquía terrateniente. En este sentido, fueron los Kirchner quienes fomentaron la concentración de la tierra y las ganancias en pocas manos, enriquecieron a los pooles sojeros basados en la inversión de capital financiero en perjuicio de los pequeños productores y chacareros.
Muy lejos del abandono de las relaciones carnales, están arrodillando a la Argentina frente a los deseos de los intereses yanquis y las empresas extranjeras. Esto no tiene nada que ver con un gobierno popular luchando por la independencia económica, la soberanía política y la justicia social.

Por el camino de Cuba, Venezuela y Bolivia

Cristina no pierde oportunidad de llamar a firmar el Acuerdo del Bicentenario, lo cual seguramente va a repetir este 9 de Julio. Busca un acuerdo con los grandes empresarios para llegar al final de su mandato sosteniendo un modelo económico y político agotado. Es un callejón sin salida.
Hay un camino de independencia del imperialismo y sus socios: es el que tomaron los criollos y siguió Cuba cuando se liberó de los norteamericanos y avanzó al socialismo. Es el que hoy transitan Venezuela y Bolivia, recuperando empresas y recursos energéticos empujados por las exigencias y luchas de sus pueblos. Imitarlos implica movilizarse por la aplicación de medidas que terminen con el hambre, la entrega y la miseria.
No es fácil, pero con la unidad de los pueblos latinoamericanos movilizados, y con nuevos dirigentes para que gobiernen los de abajo, se puede lograr.


Rubén Tzanoff

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