martes, 22 de julio de 2008

Verdades que salen a luz

Desde que se inició el conflicto con el sector agrario, el gobierno viene insistiendo en que está atacando a la oligarquía y que la plata de las retenciones es para redistribuir la riqueza. Pero con el correr de las semanas, ambos dichos se fueron revelando como otras de las tantas mentiras del gobierno. Nosotros hemos explicado nuestra opinión sobre estos temas en numerosas oportunidades. Pero esta vez son el propio Kirchner y Gustavo Grobocopatel, presidente del grupo Grobo, administrador de más de 160 mil hectáreas y uno de sus principales amigos y socios del campo, quienes lo confirman.

Los afectados son los pequeños

El representante de uno de los mas grandes e importantes pools de siembra, Gustavo Grobocopatel, después de más de cien días de conflicto, no tuvo ningún inconveniente en declarar al diario Clarín: “Las retenciones son funcionales a la concentración… Vengo escribiendo desde hace cuatro años que las retenciones perjudican sobre todo a los pequeños y débiles”. Este señor es uno de los más importantes socios del gobierno, que hace unos meses lo llevó en su comitiva presidencial a Venezuela para mostrarlo como ejemplo de los “empresarios serios” del país. Como puede verse, por sus importantes negocios en Argentina, Grobo no tiene ninguna intención de enfrentarse con el gobierno. Sólo dijo lo que ya es imposible ocultar: la resolución 125 y las modificaciones posteriores que debatió el Congreso atacan centralmente a los pequeños productores. Porque son quienes no pueden hacer frente a esos niveles de retenciones y, por lo tanto, terminan arrendando o directamente perdiendo sus tierras a manos de los grandes del campo. El propio gobierno se fue viendo obligado a reconocer la existencia de este problema. Por eso realizó 17 modificaciones al proyecto intentando mostrarse abierto a dar concesiones, aunque las mismas fueron una nueva farsa. En concreto, el proyecto del gobierno es regresivo: porque les cobra a grandes y pequeños por igual. Es el mismo sistema injusto que el IVA en el precio final de los productos, donde un desocupado y un empresario pagan el mismo impuesto, cuando parten de niveles económicos antagónicos. Como bien denunció Buzzi en la Marcha Federal, “no se puede tratar igual a quienes son distintos”. Ese ha sido el centro de la crisis: un gobierno que detrás de discursos quiso imponer un sistema impositivo para el campo, cobrándole lo mismo a un pequeño chacarero que a un gran exportador. Aunque el gobierno sí hace una diferencia clara entre chicos y grandes: a 10 grandes empresas las subsidió durante el 2007 por 1.500 millones de pesos, favoreciendo también por esa vía la concentración económica que dice combatir.

Esclavo de sus palabras

Días antes de votarse en Diputados el proyecto del gobierno, y en medio de las negociaciones o aprietes a distintos diputados, el kirchnerismo hizo un acto en la UOM. Casi en tono de desesperación, Néstor Kirchner se preguntó en voz alta: «¿Con qué vamos a pagar las obligaciones externas los argentinos si el gobierno suspende la resolución 125, como exigen el agro y la oposición?» En pocas palabras, tiró por la borda toda su argumentación anterior. Desde que empezó el conflicto, él y Cristina recorren todo el país diciendo que las retenciones son para redistribuir la riqueza. En medio de la confrontación, Cristina incluso informó que con ese dinero se iban a construir nuevos hospitales, escuelas y demás. Al final, sale a la luz la verdad del plan del gobierno: quieren cumplir con los compromisos de la deuda externa de este y sobre todo del próximo año, donde hay nuevos e importantes vencimientos. Ahí estaba la gran preocupación del gobierno cuando se decidió a lanzar su resolución 125 el pasado 10 de marzo.
Desde ya, el desafío de lograr la redistribución de la riqueza no comienza con esta crisis, sino que es un drama más antiguo y profundo. Y hay trabajadores, jóvenes y sectores medios que tal vez, ante un conflicto tan complejo como el actual, tienen dudas si en verdad este gobierno avanzó en redistribuir, así sea un poco.
Redistribuir significa achicar la desigualdad social en base a una política de Estado y de gobierno. ¿Es eso lo que los Kirchner vienen haciendo estos años? Creemos que no. Y lo prueba la propia realidad.
Hoy nuestro país tiene el mismo nivel de desigualdad social que en los años del menemismo: hay una diferencia de 30 veces entre los ingresos de los sectores más ricos y los más pobres. Esa brecha, que viene en aumento en el último período, es fruto del modelo económico de Néstor y Cristina. Y como se puede ver ahora más claramente, ni aun cobrando las retenciones esa brecha va a seguir, porque ese dinero no se va a utilizar para atacar este grave problema.

Retenciones sí, pero diferenciadas y al servicio del pueblo


El debate actual no se reduce a estar a favor o en contra de las retenciones. El MST está a favor de que haya retenciones. Lo mismo dice la Federación Agraria. En nuestro caso, incluso, proponemos que a las grandes expor-tadoras, grandes productores de la Sociedad Rural, Coninagro, y los administradores de pools como los Grobo, se les pongan muy fuertes retenciones. Pero debe haber un esquema diferenciado o segmentado, donde el que menos tiene pague menos, el mediano pague un poco más y los grandes paguen todo lo que corresponde a su situación económica privilegiada.
Además, proponemos poner fuertes impuestos al sistema financiero, que hoy goza de exenciones intolerables. A la minería, que factura por exportación montos siderales y al petróleo, cuyas ganancias triplican los montos del campo. A ninguno de estos sectores hoy el gobierno les toca la ganancia. Nosotros proponemos que se tomen de inmediato estas medidas. Pero el tema decisivo una vez cobradas las retenciones por el Estado, es saber a qué se destinan esos fondos. Los Kirchner priorizan los pagos externos y así condenan a los pobres a ser cada vez más pobres.
Nosotros, por el contrario, proponemos que el dinero de las retenciones se destine a solucionar los problemas sociales de la población, mediante la coparticipación, para que vuelva a las provincias y los municipios, además de problemáticas nacionales como el empleo.
Por todo esto consideramos que es hora de descreer de los discursos del gobierno y de tomar como criterio de verdad la realidad. Hace falta un modelo económico distinto y una política impositiva progresiva, que solo se puede concretar si hacemos que en el campo y en la ciudad paguen más... los que más tienen.

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