lunes, 7 de julio de 2008

Del sectarismo al apoyo a Kirchner hay un solo paso

El conflicto agrario, con sus consecuencias políticas, económicas y sociales, ha mostrado también distintas posturas en la izquierda.
Por fuera de nuestro apoyo a los pequeños productores se levantan posiciones de “ni-ni”, que se colocan como comentaristas de la más importante crisis que vive el kirchnerismo, y otro sector que trágicamente llama a estar del lado del gobierno.
Aportamos nuestra opinión al debate político que es necesario realizar y no esconder entre las fuerzas de izquierda. Y esto tiene gran importancia, porque ante la principal crisis que vive el país, consideramos una tremenda equivocación que en nombre de una supuesta posición de izquierda o independiente, en concreto, por acción u omisión, se apoye al gobierno.

Falsedad 1: “Gobierno vs derecha”

El gobierno pretendió mostrar que el eje del conflicto con el campo es su supuesta pelea con la derecha.
Lamentablemente, sectores de la izquierda caen en el mismo y falso argumento. Bajo ese análisis desarrollan una crítica a quienes apoyamos a los pequeños productores. Claudio Katz, miembro de Economistas de Izquierda (EDI), planteó: “La incapacidad para registrar los conflictos de Kichner con la derecha y la obsesión por ubicar al gobierno como enemigo principal conduce a compartir los espectros mediáticos y las acciones prácticas con figuras de la reacción”. En el mismo sentido, Eduardo Lucita, también del EDI, decía: “La derecha -aun carente de liderazgo y organización- ha encontrado una base social de importancia”.
Estos respetados compañeros parten de un problema: su posición no tiene que ver con la realidad de pueblos y ciudades del interior, ni con las asambleas autoconvoca-das de chacareros a los que no se han molestado en visitar. De hacerlo, hubieran comprobado que su análisis abstracto no se conduce con el proceso vivo del conflicto. Ubican la crisis desde una óptica irreal, como si estuviéramos ante un gobierno que toma medidas de izquierda y un movimiento agrario que se resiste a favor de un modelo derechista.
La realidad es otra: el gobierno aplica un modelo regresivo de concentración en el campo y aplica retenciones indiscriminadas golpeando sobre todo a los más pequeños, que se radicalizan y salen a luchar con planteos que se ubican -si bien distorsionadamente- a la izquierda del gobierno y no a su derecha. El masivo acto en Rosario lo evidenció: más de 250 mil personas, la absoluta mayoría pequeños productores, el primer orador fue de los Autoconvocados y el cierre lo hizo la Federación Agraria, demostrando en la más importante acción quiénes llevan la delantera en este conflicto. En ese contexto actúan los sectores ligados a la derecha como la Sociedad Rural, que tampoco pueden desarrollar sus propuestas a fondo porque no se condicen con el movimiento por la base que reclama otras medidas. Por la masividad del conflicto aparecen los políticos de derecha, pero por su contenido los referentes de los sectores pequeños y medios, como De Angeli y Buzzi, piden por ejemplo que se apliquen impuestos progresivos a la ganancia y una ley de arrendamiento para que los pools no sigan comiéndose a los pequeños productores. Es parte de la denuncia concreta de un modelo agropecuario concentrador y subsidiario de las grandes exportadoras, aunque sectores de la derecha quieran intentar aprovecharlo, por ahora sin éxito.
Insólitamente, esta realidad es ignorada por este sector de izquierda, que actúa partiendo de los argumentos del gobierno, dándole cobertura por izquierda. No ven -o no quieren ver- que el gobierno, lógicamente, utiliza el argumento de “luchar contra la oligarquía o la derecha” para confundir a sectores de la población. Pero lo más ilógico es que mientras el 80% del país no compra ese cuento y rechaza al gobierno, haya dirigentes de izquierda que sí lo hagan.
Perón decía que “en política, cuando hay que doblar a la derecha hay que guiñar a la izquierda”. Kirchner lo sabe. Por eso su política es un plan económico que de contenido consolida un curso a derecha, mientras en sus discursos simula que lucha contra la oligarquía. También deberían saberlo estos sectores de la intelectualidad que agitan el fantasma de la derecha. Es decir, toman nota del guiño pero olvidan el curso real de la política del gobierno y sus consecuencias.

Falsedad 2: “La Rural es el actor principal”

La declaración titulada “Otro camino para superar la crisis”, firmada por integrantes del EDI, el Frente Darío Santi-llán, algunos dirigentes sindicales y otros pequeños grupos, dice: “Escaló un conflicto que ha concluido instalando una polarización política entre el gobierno y las entidades del campo… con el acompañamiento y la fuerza social de los pequeños productores que han quedado entrampados en un lock-out agrario que favorece a los grandes capitalistas del sector y apunta a crear las condiciones favorables a una restauración neoliberal”. En verdad, parecieran escribir sobre otro conflicto. Hablan de una pelea reducida al gobierno contra las entidades y con “el acompañamiento de pequeños productores”. Todo el país vioo que las entidades no han podido tomar ninguna decisión por su cuenta, porque las asambleas autoconvocadas imponían qué hacer. Más de una vez la Sociedad Rural o Coninagro quisieron levantar el conflicto y no pudieron. Hasta Kirchner y los Fernández decían que no podía ser que las entidades no controlaran las rutas y los piquetes. El diario Clarín, enemigo de toda decisión de las bases, tuvo que reconocerlo y lo definió así: “Los dirigentes rurales casi han perdido el control de la protesta… Pululan los grupos definidos como autoconvo-cados que responden sólo al mandato de las asambleas plebiscitarias, alejadas de cualquier sentido orgánico. Los autoconvocados han tenido un enorme peso en la estrategia que debieron darse los dirigentes de las entidades rurales». Esta realidad imposibilitó que pasara la política del gobierno, y también que no primara la posición de las entidades sino de las bases chacareras.
Como bien lo explica Luis Bilbao, director de la revista América XXI, tras el acto de Rosario: “Después del 25 se puede afirmar que la radicalización dio lugar a un vuelco en las relaciones de fuerza y ahora el protagonismo principal lo tienen los chacareros, no sólo en sentido numérico sino también político. Con el oído afinado de la más rancia oligarquía, el diario La Nación registró lo ocurrido y alertó que el discurso de Buzzi desplazó ‘al campo, en bloque, hacia la izquierda’. Es una interpretación exacta de lo ocurrido. Los terratenientes no pudieron defender su propio programa, porque la inabarcable multitud que los escuchaba hubiera reaccionado violentamente contra ellos”.
Es un grave error no ver que la Sociedad Rural y su sector social siempre son un peligro a enfrentar. Pero no ver que en este proceso no es el elemento determinante es un error tanto o más grave, que conduce a comprar las publicitarias denuncias del gobierno contra la oligarquía… a la que subsidia y defiende por detrás. O directamente lleva a cambiar la realidad para argumentar una posición política equivocada. Claudio Katz, queriendo explicar que el movimiento de lucha acompaña y apoya a la derecha del campo, dice que “ni a Buzzi ni a De Angeli se les ha escapado una sola palabra contra el establishment agrario”.
Desmintiendo ese comentario, en el acto del 25 de Mayo en Rosario Buzzi planteó que “es mentira que las retenciones son para redistribuir la riqueza, son para pagar los 12 mil millones de dólares de deuda externa al FMI por los acuerdos con el Club de París… los beneficiarios del plan de Kirchner son Nidera, La Serenísima, Grobocopatel. Esta es la verdad que niega la señora presidenta”. Más allá de las diferencias que podamos tener con Buzzi o De Angeli, no se puede negar la realidad ni tergiversar sus planteos, que muchas veces denuncian correctamente el modelo agropecuario y económico oficial que afecta al conjunto del país.

Falsedad 3: “Intervención del Estado vs restauración liberal”

También se dice que detrás de la protesta está la intención del campo de no permitir que el Estado intervenga y lograr una liberización de las exportaciones para quedarse con toda la renta extraordinaria. Parten de una supuesta intervención estatal progresiva sobre el libre mercado de exportaciones. El Estado siempre interviene, de una u otra forma. El problema es si lo hace correctamente y a favor de las mayorías populares y pobres del país.
Estos años permitió la libre exportación al punto de aceptar declaraciones juradas y ventas anticipadas de las exportadoras y que seis grandes empresas decidan cuáles y cuántos alimentos salen del país, mientras millones no comen o comen mal. Lo mismo hace en el petrólero y la minería, que exporta montos que triplican al campo, y en la renta financiera, donde no se cobra ningún impuesto.
Nosotros defendemos que el Estado intervenga con fuerza en la política exportadora, que es precisamente lo que no hace ni antes ni después de la resolución 125. Una intervención estatal a favor de las mayorías populares sería controlar el comercio exterior, para lo cual debería nacionalizarlo. Los Kirchner buscan aprovechar los precios internacionales para hacer caja para un proyecto político que no es intervencionista en función del pueblo, sino de aplicar un modelo económico regresivo, que no distribuye la riqueza, aumenta la pobreza y concentra la ganancia. Y se desesperan por recaudar para los vencimientos de deuda externa del resto de este año y del 2009.
Los grandes productores quieren que el Estado no intervenga en sus negocios. Pero de nuevo, no es ése el motor central del conflicto. Por la situación del país, que no es de giro político hacia la derecha, tienen que aceptar que las retenciones existen. De hecho no hubo conflicto hasta el tope del 35%. El conflicto nació -y volvemos a la realidad- cuando el gobierno en su afán de recaudar superó la capacidad de los pequeños y medianos productores de producir a ese nivel de retención. Y esta medida, que lleva a la quiebra a miles de chacareros, no tiene nada de progresivo. Si se aplicara, los grandes terminarían resistiendo vía subsidios del gobierno y parte de sus fabulosas ganancias. Pero los pequeños chacareros no, quedando sus tierras también en manos de los pools de siembra.
Esa es la consecuencia de este tipo de «intervención» del gobierno, favorable a su caja política por un lado y liquidadora de los pequeños productores por otro. Por eso es falsa la visión de tomar como elemento central una supuesta lucha contra la ingerencia del Estado.
En realida, lo que está en juego es si puede haber un modelo agropecuario donde se intervenga fuerte... pero contra los grandes pools de siembra y empresas y en favor de los pequeños, cuestión que no se plantea el modelo K y este gobierno proimperialista, que sigue en sociedad económica y política con los Urquía y los Grobocopatel y enfrentado a los autoconvocados y a pueblos enteros del interior.

Falsedad 4: “Nada que ver con el 2001”

Para estos sectores de izquierda, el proceso que abrió el Argentinazo ya no existe. Y estamos ante un régimen político fuerte, que solo ven amenazado desde la derecha. Se esfuerzan por meter la realidad por el ojo de esta visión: “Los cacerolazos que hemos visto en la Capital y otros centros urbanos, pese a su heterogeneidad inicial, se han ido configurando en la antítesis de la rebelión del 2001, motorizados por sectores altos de la sociedad, muchos de ellos rentistas, y por la oposición de derecha que ya se había manifestado en las elecciones legislativas y en las presidenciales de octubre pasado”.
Venimos de cacerolazos enormes en distintos barrios de la Capital. Más de 20 mil en Córdoba, 10 mil en Rosario, miles y miles en todas las ciudades del interior de la Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y la mayoría de las provincias. También en lugares del Gran Buenos Aires. Los datos indican, tomado el país de conjunto, que más de un millón de personas salió a la calle contra el gobierno. ¿Motorizados por la alta sociedad? No, motorizados por el repudio general a la represión, la soberbia, las patotas de D’Elía y la CGT, la inflación y la pobreza.
Solo esto explica que en los actos y cacerolazos hubiera distintos sectores sociales, incluyendo por supuesto a pobres, sectores medios y estudiantes. Que no tienen que ver con los partidos de derecha, sino que en primer lugar nada quieren con un gobierno que no responde a sus demandas. Después de esas jornadas los diarios decían que “los fantasmas de la crisis del 2001 han vuelto”. Y el propio Kirchner, un poco más ubicado en la realidad que este sector de la izquierda, les dijo en privado a su grupo mas íntimo antes de ratificar su acto en Plaza de Mayo: “Si no salimos fuerte terminamos como De la Rúa”.
Solo entendiendo a fondo el proceso del Argentinazo, que sigue golpeando sobre el régimen político, se puede actuar ante una crisis de tanta envergadura sin quedar haciendo análisis funcionales al gobierno. Es este proceso de fondo el que ahora actúa sobre el Congreso, donde tras el retroceso obligado del gobierno se debaten las retenciones. Aunque no haya cortes de ruta, no ha cambiado el malestar social ni la desconfianza en las instituciones. Por lo cual nos atrevemos a decir que si consolidan en el Congreso una nueva trampa el conflicto se va a reiniciar… y los cacerolazos, muy probablemente, también.

Lejos del reclamo chacarero y cerca del gobierno kirchnerista

La citada declaración “Otro camino para superar la crisis” se define en relación a qué ubicación tener ante esta lucha. Por más que en sus argumentos hagan algunas críticas al gobierno, la conclusión no admite dudas: “No puede haber neutralidad ante la amenaza de que la derecha logre parte de sus demandas y coloque sobre la agenda futura su programa de restauración neoliberal”. Y en su segunda declaración lo ratifican: “No soportamos el falso neutralismo que nos convierte en espectadores de una crisis”. Bastante claro: hay que apoyar al gobierno. Lo único que parecen no tomar en cuenta en nombre de “la lucha contra la derecha” es la realidad: es este gobierno el que aplica una política de derecha en el campo y en la ciudad, no los chacareros autoconvocados. Olvidan que es el mismo gobierno el que utiliza las retenciones planteadas para pagar la deuda y consolidar su poder político, no para solucionar problemas sociales ni distribuir riqueza. Y con su posición terminan cayendo en una capitulación a un gobierno enemigo de los intereses populares del país.

El “ni-ni” esconde también un apoyo objetivo al gobierno

Por otro lado, un sector de la izquierda sectaria (PO-PTS-MAS) llama a no ser parte del conflicto, quedando como espectadores o en la ridícula (y vacía) carpa roja del Congreso, ajenos a la confrontación real. Por esa vía, aunque se disfracen con discursos radicalizados, también avalan al gobierno, ya que la política es concreta: quien sostiene que no hay que estar con la lucha de los chacareros queda inevitable y objetivamente del lado de los Kirchner.
El Partido Obrero incluso agita el peligro de “un golpe”, llevando al ridículo su posición por tanto repetir las denuncias falsas del impresentable D’Elía. En el 2001 veían a Nito Artaza como “piquetero”, pero ahora no quieren apoyar a los chacareros. El PO vive un desconcierto completo.
Partiendo del “ni-ni” o del apoyo directo al gobierno, tanto la izquierda sectaria como la oportunista están contra la justa lucha chacarera y por ende en el lugar equivocado, de sostener al modelo kirchnerista.
Hoy en nuestro país hay millones en un proceso de ruptura política con el gobierno, que asusta incluso a la propia burguesía industrial y financiera, que pide parar con esta situación.
Por el momento no hay en este proceso variantes de derecha -Macri, Sobisch, López Murphy- que se estén fortaleciendo. La izquierda, en cambio, si actuara unida junto a los chacareros, se podría postular como alternativa y llegar a cientos de miles, en el campo y en la ciudad. Pero lamentablemente sectores de izquierda, cuando más se derrumba el kirchnerismo, más hacen lo posible por atarse a sus pies... con el peligro de quedar arrastrados en esa misma caída.

Con los chacareros, para enfrentar a la derecha y fortalecer un proyecto por cambios de fondo

Cuando Vilma Ripoll y nuestro partido salimos con fuerza -junto a otras organizaciones de izquierda- a brindarle apoyo a los pequeños productores, el sector de izquierda que no apoya a los chacareros, a tono con D’Elía, manifestó que era un error participar en escenarios con la Sociedad Rural o quedar compartiendo actos con figuras de la reacción.
En primer lugar, el MST-Nueva Izquierda jamás compartió un palco y ni siquiera un diálogo con la Sociedad Rural. A los actos vamos a darles apoyo a los pequeños productores y a expresar nuestras propuestas, que son contra el gobierno y la oligarquía.
A la presencia de dirigentes de la derecha en actos masivos quieren resolverla por la vía de no disputar con ellos, abstenerse y así de hecho fortalecerlos, regalándoles la conciencia de miles y miles de pequeños productores y de millones que simpatizan con su reclamo. No vemos en esa actitud una posición revolucionaria, sino la mejor manera de hacerle el juego a la derecha.
Hay un proceso abierto de lucha y un actor social medio -los pequeños productores- que recibe el apoyo de millones.
No hay manera de intentar acercar a un sector de ellos a la izquierda si no somos parte de su lucha y de sus acciones reales, disputando contra las posiciones de derecha. Si los chacareros rompen con el gobierno y sólo ven alternativas por derecha es una cosa. Pero si ven que la izquierda tiene propuestas concretas para ellos y les plantea que se unan a los trabajadores, es otra muy distinta. Nosotros nos jugamos por esta última propuesta, porque es fundamental para el desarrollo de un proceso y un proyecto político revolucionario. En el Argentinazo del 2001 había que apoyar a los sectores medios de la ciudad que reclamaban sus ahorros. Ahora hay que apoyar a sectores medios del campo que reclaman contra un gobierno que los grava igual que a los grandes. Y ese apoyo es siempre en disputa con otras direcciones políticas.
Ante tamaña lucha y crisis política, los socialistas participamos para que millones de trabajadores, sectores populares y pequeños productores del campo conozcan que hay otra salida. Ubicarse sectariamente, comentando desde afuera la lucha viva y real, no sirve para nada más que para el autoconsuelo sin futuro. Apoyar al gobierno, sirve todavía menos.
Por todas estas razones llamamos una vez más desde la izquierda a los trabajadores y a los sectores populares a que apoyemos a los pequeños productores y sus acciones. A que levantemos también nuestras propias reivindicaciones. A que unamos los reclamos contra un gobierno y un régimen político que nos está llevando al fracaso. Y a que en ese camino vayamos construyendo una nueva alternativa política, amplia y unitaria, que luche por otro modelo, que termine con la concentración en el campo y con la oligarquía. Que recupere el petróleo y la minería, cuyas ganancias triplican a las del sector agropecuario. Un modelo que reestatice los trenes y demás servicios privatizados, combata la inflación, aumente los salarios y jubilaciones, y termine con la dependencia de Estados Unidos y las multinacionales.

Sergio García

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