sábado, 21 de junio de 2008

Muestras claras de la crisis del modelo económico K

Hace ya más de tres meses, cuando quedó claro que el conflicto con el campo no se resolvería rápidamente, que el dólar empezó a subir. Esto se debió, esencialmente, a la presión ejercida por la compra de dólares por parte de grandes empresas que veían nubarrones en la economía Argentina y como siempre se refugian en el dólar. La inflación creció aún más. En el último mes, el gobierno salió a comprar dólares para bajar su precio, lo que trajo aparejado otra serie de problemas. Ahora muchos de los empresarios amigos del modelo se quejan de falta de competitividad con un dólar “bajo”. ¿Qué implicancias tiene esto para los trabajadores y el pueblo?, que el dólar baje ¿va a beneficiarnos?


Cuando el gobierno decidió aumentar las retenciones al agro, en el mes de marzo, debió saber que estaba “tirando demasiado de la soga” y que podría haber reclamos importantes del sector. Pero, seguramente, no imaginó que se desataría el conflicto más importante con este sector, en décadas. Tampoco que pondría de manifiesto en forma palmaria, todas las contradicciones y debilidades de un plan que había comenzado hacía ya más de 5 años y que en sus discursos de asunción presidencial, Cristina, se esforzaba en mostrarlo como el más exitoso en 2 siglos... ¿se acuerda compañero? Hoy, a 6 meses de gobierno, estos dichos aparecerían como un chiste de mal gusto!!

Las patas del plan y su debilidad

El plan iniciado por Duhalde tenía como eje central la devaluación monetaria. Con ello pretendían darle un golpe al ingreso de los trabajadores que, de la noche a la mañana, pasaron de ganar un promedio de U$S 650 a cerca de U$S 200. Esto traería aparejada una disminución de los costos patronales de producción, puesto que, como la maquinaria industria operaba a menos del 30% de su capacidad, podrían ocupar rápidamente mano de obra barata y aumentar las exportaciones, cobrando en dólares lo que aquí producían a valor peso. Un negocio redondo para la gran burguesía a expensas de millones de trabajadores que veían caer sus ingresos a la tercera parte.
Pero la lucha por conseguir mejoras salariales, la inflación (producto de la especulación de los grandes grupos productores que se negaban a vender en el país a precios más bajos que los que podían vender en el exterior) y la falta de inversión en la renovación de maquinarias para la industria, hizo que año tras año el modelo se fuera agotando y empezó a tocar los intereses de los originales beneficiarios: la gran industria, sobre todo automotriz, autopartista y construcción. Los cuales reclaman un dólar más “competitivo” para ellos, es decir más alto, para poder seguir manteniendo su tasa de ganancia sin necesidad de invertir en nueva tecnología (que les permitiría mayor producción real y abaratamiento de costos).

El plan del gobierno en una encrucijada


El conflicto del campo y la pelea contra el incremento en las retenciones (que ya hemos tocado repetidas veces desde estas páginas) puso en evidencias todas las debilidades del plan económico K y en estos momentos se halla en una encrucijada. Veamos por qué.

1) Para tratar de garantizar el superávit comprometido con los acreedores externos, Cristina tuvo que echar mano al aumento de las retenciones que, en sus cálculos iniciales, le proporcionaría más de U$S 2.500 millones anuales.

2) Pero el conflicto que lleva más de 3 meses sin solución condujo a que no entren divisas en dólares por exportaciones; a desabastecimiento de muchos productos especialmente de alimentos; inestabilidad política y desconfianza en el futuro del gobierno y su plan que, a su vez, lleva a especulación y compra de dólares por parte de grandes y medianas empresas que históricamente se “corren” al dólar para cubrirse de posibles o reales crisis.

3) Producto de éstas y otras causas, aumentó la presión inflacionaria, sobre todo de productos de primera necesidad, que a su vez genera mayor malhumor social, desconfianza y divisiones en la burguesía. Y en los trabajadores, mayor bronca y reclamos por aumentos salariales.

4) Para no extendernos demasiado, diremos por último, que la economía mundial tampoco ayuda a los Kirchner. Ya que producto de la crisis en EEUU, la explosión de la burbuja inmobiliaria, la caída del dólar y como siempre especulación financiera (ahora volcada al sector de alimentos y combustibles), existe una tendencia inflacionaria que ya se diagnostica como “mundial”, con un incremento promedio que lleva del 4% a más del 4,8% anual, pero que en realidad supera el 23% si vemos los alimentos y los combustibles, los cuales duplicaron su precio desde el 2004 hasta hoy.
Ante este complejo panorama, el gobierno trató de salir a frenar el dólar vendiendo reservas del banco central, como un modo de intentar frenar la inflación, conciente que si se disparaba el dólar podría entrarse en una espiral ascendente de precios e ir a una inflación incontrolable. Pero esto tiene también sus consecuencias negativas, por un lado ha perdido más de U$S 2.700 millones de dólares al 13 de junio (datos del propio Banco Central) en reservas que ya son menores a 48 mil millones de dólares. Por otro lado, al bajar el dólar como quiere Néstor Kirchner a unos $ 2,90 le produce un conflicto con la industria, sobre todo con la automotriz y autopartista, nenes mimados de este plan económico. Ya que un dólar más bajo, al haberles aumentado los costos internos de producción por la inflación (salarios, energía, materias primas, etc) hace que les caiga la rentabilidad y ya se quejan a viva voz que están perdiendo mercados.

Por eso la disyuntiva es de hierro: si deja flotar el dólar (hacia arriba lógicamente) aumenta la inflación, se disparan los precios, aumentan los reclamos de los trabajadores. Si interviene y baja el dólar con ventas del central, pierde reservas, inestabiliza la macroeconomía porque se hace menos confiable para los acreedores externos y entra en conflicto con la industria que necesita de un dólar alto para exportar y mantener sus ganancias, lo que puede llevar a disminución de la producción, suspensiones de trabajadores, despidos, etc.

Con este modelo los trabajadores siempre perdemos

Por más que en sus discursos casi diarios, la presidenta nos intenta hacer creer que con el aumento de las retenciones vendrá una “redistribución de la riqueza” nada de esto es real. El modelo de Kirchner fue el más concentrador de riqueza de las últimas décadas, más aún que el de Menem, haciendo que la diferencia entre los que más y menos ganan, se incrementara.
Al principio lo lograron disfrazar vía la generación de puestos de trabajo, aunque fueran en negro y con menores salarios. Pero hoy como ya vimos, hay claros signos de agotamiento del modelo, y cualquiera de los caminos que tome terminará perjudicando a los trabajadores y el pueblo.
Por eso necesitamos un plan económico opuesto al actual, dirigido a beneficiar a los que menos tienen, con impuestos progresivos a las grandes ganancias, subsidios para los pequeños productores, eliminación del IVA a los productos de primera necesidad (para abaratarlos), que no pague los miles de millones de dólares en deuda externa y con esa plata hacer un verdadero plan de obras públicas, inversiones en salud y educación entre otras medidas que beneficien al pueblo y no a los grandes pulpos nacionales e internacionales.

Gerardo Uceda

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