lunes, 9 de junio de 2008

No al tren bala si al tren para todos

Pasan las semanas y en todo el país sigue avanzando la campaña unitaria de distintas organizaciones sociales, políticas y sindicales, contra el proyecto del Tren Bala del gobierno. El millón de firmas que nos propusimos está cerca, ya rondamos las 700 mil, y la meta puede superarse ampliamente, porque en todos lados los trabajadores, jóvenes y sectores populares adhieren con su firma. No es casual, el pueblo que sufre la falta de un sistema nacional de trenes o los que viajan en el desastroso servicio actual, se suman con su firma y también a los actos y otras actividades que estamos realizando.
Convocamos a nuestros lectores que aún no han firmado a que lo hagan, a que se sumen sus familiares y amigos y compañeros de trabajo o vecinos. Porque todo el país tiene que hacer sentir con fuerza el repudio al proyecto del Tren Bala y la necesidad de volver a un sistema nacional público, económico, ecológico y popular.

Hay un dicho popular usado para expresar que un sólo hecho o cir cunstancia puede pintar a una persona de cuerpo entero. Dice “Para muestra, basta un botón”. En este caso, aplicado a los Kirchner, se podría decir “Para muestra, basta un tren bala”. Todas las mentiras políticas usadas como banderas del gobierno se transforman en jirones al posar la mirada en el proyecto faraónico que, incluso, hay que ver si se concreta. Ya hay una campaña nacional amplia y unitaria, que reflejamos en estas páginas y que tenemos que impulsar con todas nuestras fuerzas.

¿Nueva política?


Otros presidentes usaron el anuncio de proyectos faraónicos para intentar fortalecer y renovar su imagen haciéndonos creer que vamos a entrar en el “primer mundo”, en la “modernidad” y para desviar la atención generalizada de los grandes problemas de las mayorías. Menem fue un especialista: fue el primero en hablar de hacer un tren bala y hasta de viajes por el espacio, que salían a la luz a partir de sus propias elucubraciones. Los Kirchner lo imitan con su tren de alta velocidad, en medio de una pobreza creciente, crisis energética, crisis vial, crisis social y crisis con el campo, tomando las decisiones con soberbia y entre dos o tres funcionarios, a espaldas de las grandes mayorías. No es nueva política sino viejo verso.

¿Gobierno popular y de inclusión social?

Millones viajamos en tren todos los días. Viajamos es una forma de decir, en realidad somos transportados en vagones, como ganado: apretados y en las peores condiciones. Literalmente, con cada boleto que sacamos, adquirimos el “derecho” a correr el serio riesgo de un accidente, de tener que cambiar de formación, de llegar a cualquier hora al trabajo y otros serios contratiempos, dignos de viajar en un tren fantasma, comandado por las empresas privadas. Miles de pueblos están aislados por el cierre de ramales que los coloca al borde de la marginalidad. La respuesta de los Kirchner frente a esta tremenda realidad es ignorarla y favorecer a los casi ricos que puedan pagar un boleto de entre $ 300 y 600. Durante el gobierno de Perón se hizo algo completamente distinto. El de Cristina no es un gobierno popular ni de inclusión social, sino que está al servicio de los ricos y de empujar a millones de argentinos hacia la marginalidad.

¿Un País en serio?

Está absolutamente demostrado en el mundo que utilizar trenes abarata cualitativamente costos de traslado de la producción, disminuye la cantidad de accidentes en las rutas al trasladar los camiones en vagones y que cumple una enorme función social, uniendo a las distintas poblaciones del país. Considerar esta realidad palpable en los países “desarrollados” sería un elemental síntoma de seriedad. El tren bala, no puede hacer ninguna de estas cosas. Lejos de ser un gobierno serio para lograr una Argentina seria, los Kirchner encabezan un gobierno de aventureros, pocos serios, acostumbrados a gobernar una provincia como patrones de estancia, no son capaces de lograr un desarrollo serio ni siquiera en los limi-tadísimos márgenes del capitalismo que defienden.

¿Se enfrenta la concentración y la corrupción?


Las medidas gubernamentales favorecen a las multinacionales y a los grandes patrones. Por eso, el empren-dimiento lo realizará la multinacional francesa Alstom S.A. que embolsará siderales ganancias. Dicho sea de paso, esta empresa tiene inversiones en varios países del mundo. Uno de ellos es Brasil en dónde está siendo investigada por pago de coimas y corrupción. Con el tren bala, el gobierno de los Kirchner, sigue concentrando la riqueza en pocas manos y lejos de la trasparencia, se envuelve cada vez más en la corrupción propia y la que llevan a cabo los socios que elige.

¿Hay distribución de la riqueza?

El enorme superávit fiscal y los fondos del estado se usan para pagar la deuda externa al FMI y al Club de París. La construcción del tren bala se hará emitiendo deuda pública por 400 millones de dólares en 30 años, sólo al inicio. Aunque nadie sabe cuánto costará realmente, de dice que serán 10 mil millones. Esto no hará más que acarrear mayor endeudamiento. A la población no llega nada, se podría reactivar los ramales nacionales y, en distintas etapas, hacerlo extender para llegar a todo el país, invirtiendo en plantas de laminado de rieles, locomotoras, vagones de cargas, coches de pasajeros, arreglo y construcción de estaciones y talleres. Se podría aprovechar la experiencia de miles de ferroviarios que fueron despedidos con la privatización. La puesta en ejecución de semejante obra pública generaría miles y miles de puestos de trabajo genuino para atacar la desocupación. Con el tren bala, la riqueza acumulada del país no llega a la mayoría del pueblo trabajador, ni al campo, no llega a los de abajo. El gobierno de los Kirchner no distribuye la riqueza sino que laconcentra.
Los Kirchner son lo mismo que los anteriores gobiernos que nos hundieron, “para muestra, basta un tren bala...”

Rubén Tzanoff

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