viernes, 12 de septiembre de 2008

Entre la crisis política y el conflicto social

Desde la paliza recibida por la rebelión agraria, el gobierno no ha tenido un minuto de respiro y mucho menos algún síntoma de recuperación. Una crisis a tres bandas. Por un lado, lejos ya de toda aspiración de un “relanzamiento”, se ha dedicado a tratar de administrar una crisis política que no se detiene. En segundo lugar, con la espada de Damocles de una segunda vuelta de pelea chacarera, está en curso una fuerte ola de reclamos sociales de trabajadores, estudiantes y sectores populares, incluyendo una tremenda rebelión de usuarios del ferrocarril. En tercer lugar, con la inflación y la incertidumbre en la marquesina, la economía sigue cuesta abajo, pese a las buenas intenciones de pago cash al Club de París. Un verdadero triángulo de las Bermudas que se sigue fagocitando al decadente modelo kirchnerista.

La insurrección de usuarios del fe-
rrocarril Sarmiento fue una cru-
da y certera síntesis de la nueva situación política en curso. Por tres razones. Mostró la grotesca emergencia de los problemas estructurales que Kirchner no resolvió mientras tuvo aire político (y económico) y que le estallan a Cristina en sus narices cuando se viene cuesta abajo. Fue una muestra del humor social adverso al gobierno, que la paciencia se terminó y el pueblo sale a reclamar y a movilizarse. Y evidenció la debilidad política de un gobierno, que no tuvo otra respuesta que volver al latiguillo de la conspiración, acusando a la izquierda e involucrando arteramente al MST, inventando un “sabotaje” para tapar la bancarrota del ferrocarril en manos privadas, felices destinatarios del festival de subsidios, al tiempo que es una tortura cotidiana para los trabajadores que tienen que viajar. Pero la fábula de sabotaje, nadie la creyó. Como nadie ya cree las cifras del INDEK ni las tímidas mentiras de un gobierno en lenta, pero sostenida retirada.

Normalización anormal 

Atosigado por las luchas, la inestabilidad económica y nuevos escándalos como ahora el affaire de los narcos, las empresas de salud y el financiamiento electoral, el gobierno acentúa su desgaste.
Pese al cachetazo agropecuario, desde el rincón K. no aceptaron el nock out y las súplicas de propios y ajenos de que arrojen la toalla, reconozcan la derrota y produzcan un cambio de rumbo para recuperar fuerzas y proceder a dar algunos pasos hacia el país “normal” que reclaman los de arriba y el imperialismo. Como boxeador mareado por los golpes, la improvisación parece ser la regla de las medidas anunciadas. Tienen que avanzar en el plan de “normalización”, pero con márgenes económicos muy endebles por la crisis del modelo económico y el escenario internacional desfavorable y casi sin poder político. 
Por ello es un hecho que las decisiones inapelables que antes partían de la Rosada, ahora deben pasar por un Congreso que refleja la crisis y que ha tomado nota que no se puede seguir como antes. Así ocurrió con el proyecto de Aerolíneas, que de tantas modificaciones que sufrió, amén de reconocer tardíamente el fracaso de una privatización leonina, resultó un híbrido que, si bien disfraza la estafa de pagar los platos rotos, cuestionó objetivamente el acuerdo que firmó con bombos y platillos Cristina con Marsans. Algo parecido está pasando con el mentado proyecto de “movilidad jubilatoria”, cuestionado por sectores políticos y sindicales. Y hasta hay amenazas de sacarle los “superpoderes”.
Pero si algo muestra la debilidad política de este gobierno, es el sorpresivo anuncio de pago al contado y con las reservas al Club de París. Lo que intentó ser una señal en el sentido de hacer los deberes y recomponer las relaciones con el imperialismo, por la incertidumbre política de un gobierno debilitado, tuvo un “efecto bumerang”. Fue aplaudido, sí, por el establishmen local y de afuera, pero con desconfianza y nuevas exigencias. Lejos de calmar los mercados, que venían de recurrentes crisis desde la semana “negra”, el Merval se sigue desplomando, el riesgo país subiendo y los títulos siguen perdiendo terreno. Y los acreedores piden más plata, aparecen los bonistas en escena y ahora Cristina también dice que les va a pagar. La necesidad de hacer los deberes a toda costa, de recuperar crédito para afrontar los próximos vencimientos y paliar la debacle de la otrora poderosa caja fiscal, incluye más entrega, sincerar la inflación (hasta el FMI le niega credibilidad a las cifras del INDEC!!!) y recomponer con los acreedores. Para ello, congelan los fondos provinciales, se preparan nuevos tarifazos y más medidas abiertas o encubiertas contra los trabajadores y el pueblo. Vendrán nuevas malas noticias para los de abajo y con ello se van a seguir incentivando los reclamos que se siguen multiplicando entre los trabajadores, sectores medios y populares. 

Una ola de reclamos cruza el país

Contrariamente a lo que opinaron algunos sectores de intelectuales y de la propia izquierda que, con la derrota política sufrida por el gobierno, se fortalecía “la derecha” y se venía un período de retroceso, la realidad indica que se destapó la caldera social. Trabajadores, estudiantes, vecinos… tonificados por la victoria de la rebelión agraria, salieron a reclamar. Es una respuesta que combina el malhumor popular, la bronca contra un gobierno al que la mayoría le da la espalda, los problemas no resueltos que se profundizan como la inflación, la carestía, el retraso salarial y la crisis de los servicios públicos. Y que, partiendo del interior del país, tiene particular fuerza en Buenos Aires y Capital, donde se dan las peleas más radicalizadas, confluyentes y que adquieren un tinte de conflicto regional, acorralando a Scioli y a Macri y al gobierno de los K.
Los chacareros, fortalecidos por la derrota de la 125, van por la Ley de arrendamiento y las retenciones diferenciadas, en medio de una grave crisis por la sequía, el encarecimiento de insumos y la persistencia de un gobierno que no los escucha y sigue con su política de concentración y extranjerización de la tierra. Por eso sacaron los tractores a las calles y le hicieron “morder el polvo” en Santa Fe a Cristina y su séquito. Y, de nuevo en estado asambleario, amenazan con volver a las rutas.
Los trabajadores están protagonizando una fuerte oleada de conflictos en decenas de provincias y en la Capital con los docentes, estatales y trabajadores de la salud a la cabeza. Van por salarios. De hecho, a pesar que el gobierno pretendió que los acuerdos salariales de marzo iban a durar un año, debieron reabrir negociaciones en medio de duras peleas y se están arrancando nuevos aumentos. Lo cualitativo es la confluencia de la pelea en la Pcia. de Buenos Aires, donde se rebeló la base docente, rompió el acuerdo de la dirigencia del SUTEBA colocando al borde de la renuncia al ministro de educación y generando una situación de paro general estatal en la provincia por salario y en defensa de la caja de previsión.
Y en el sector privado se ha colocado a la orden del día la reapertura de las paritarias. La crisis de la burocracia, ha obligado al propio Moyano, que insiste en el mal negocio de seguir sosteniendo a este gobierno, a pedir que se derogue la tablita de Machinea que institucionalizó el impuesto al salario y a balbucear que se deberían reabrir las paritarias, al tiempo que varios gremios ya están negociando y los mecánicos salieron a reclamar un aumento del…50%! Reconociendo el verdadero atraso salarial. El sector de Barrionuevo amenaza con movilizar levantando la bandera de las paritarias.
Lamentablemente los dirigentes de ambas fracciones de la CGT y Yasky de la CTA, se han negado a unificar las luchas y encarar un plan de lucha por un aumento general de salarios. El propio Moyano, si bien cacarea y hasta sale a bloquear puertos y terminales de las cerealeras, al ver el desborde en Buenos Aires, sale a criticar a los docentes y sus gremios aliados aceptan el acuerdo salarial para dejar solos a los docentes y hospitales en la pelea.
También reclaman los estudiantes universitarios, con tomas de facultades, por el presupuesto de miseria que condena la educación. Y los secundarios de Capital con decenas de tomas y cortes de calles, están acorralando a Macri, reclamando contra el recorte de becas, forzando una interpelación de su ministro en la Legislatura y obligando a un anuncio que relativiza la medida. Que viene además castigado por la pelea de los municipales del EMUI, que tomaron la repartición por su fuente de trabajo y rechazando la privatización.
Estas peleas, muestran una relación de fuerzas favorable a los que pelean, que salen con la convicción que se puede ganar. 

Apoyar las luchas y reclamar un plan de emergencia

La tarea primera que tenemos los luchadores es apoyar las luchas en curso para que se ganen. Ahora en la provincia de Buenos Aires hay que fortalecer la pelea docente, de los estatales y trabajadores de la salud, para que le tuerzan el brazo al ajuste de Scioli y Kirchner. De la misma manera en todas las provincias en conflicto. Exigiendo un plan de lucha conjunto a la CTA y a los gremios de la CGT. En el sector privado exigiendo la inmediata reapertura de las paritarias para actualizar salarios y condiciones de trabajo. Y apoyar a los demás procesos de lucha, a los chacareros, estudiantes y sectores populares.
La segunda es ponerse a disposición de los sectores combativos y de oposición que dan pelea en los diferentes gremios donde hay elecciones. Ya que, a la hora de la lucha, la necesidad de fortalecer el proceso de nueva dirección se coloca al rojo vivo. Tal el caso de las elecciones docentes en varias provincias donde la Lista Lila y demás sectores combativos organizados en cada lugar, tienen la oportunidad de conquistar más terreno frente a la debacle de la Celeste que no sólo paga el precio de no impulsar las luchas, sino de su alineamiento con el gobierno. Y de las elecciones que se vienen en el gremio ferroviario apoyando a la Lista Violeta.
La tercera tarea es, a la par que se reclama por lo más urgente e inmediato, como el aumento de salarios, levantar la exigencia de un plan de emergencia obrero y popular para redistribuir la riqueza hacia abajo y que la crisis la paguen los de arriba. Que arranque por medidas contra la inflación como la eliminación del IVA y el control de precios, la suspensión de todo pago a los acreedores, fuertes impuestos progresivos a los ricos, retenciones aumentadas para los grandes pooles y agroexportadoras y rebaja de las mismas junto a medidas de fomento a los pequeños productores, mayor presupuesto para salud y educación, salarios jubilaciones y planes sociales.
El fracaso del kirchnerismo y su modelo que acentúa la crisis en curso, coloca la necesidad de un nuevo modelo de país y para ello no sólo alcanza pelear por medidas de emergencia sino por una salida de fondo y para ello es imperioso ir construyendo una nueva alternativa política, amplia y unitaria.

 

 

Guillermo Pacagnini

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