viernes, 26 de septiembre de 2008

Evo Morales, en busca del desempate

Por Pablo Gandolfo - De la Redacción de InfoSUR

Luego del inédito apoyo unánime brindado por los gobiernos sudamericanos, a través de la Unasur, a un país que denuncia la injerencia estadounidense en sus asuntos internos, el gobierno boliviano busca profundizar, con más democracia, la lenta ruptura del empate que desde el 2000 enfrenta a los sectores dominantes y a los sectores populares. Con paciencia andina, la balanza se inclina a favor de los sectores populares.

Durante una exposición brillante realizada el 17 de Diciembre de 2007 el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, caracterizó la etapa que atraviesa el país andino como un “empate catastrófico”, entre dos bloques sociales y políticos antagónicos, con capacidad relativa para neutralizar mutuamente sus iniciativas, pero incapaces de imponerse hegemónicamente uno sobre otro.

El comienzo de esa etapa signada por la capacidad de veto que se extiende hasta la actualidad, puede fecharse en abril del 2000, en la denominada Guerra del Agua, en la que una movilización de masas en la ciudad de Cochabamaba impidió la privatización de ese servicio; o bien, en octubre de 2003 durante la Guerra del Gas, en la que una nueva movilización de carácter nacional pero con especial desarrollo en zonas del Altiplano, impidió un proyecto que beneficiaba a empresas trasnacionales para exportar gas a través de Chile; y obligó la fuga hacia Estados Unidos del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Losada.

Si bien desde esas movilizaciones el empate continua, el fiel de la balanza no permaneció estancado. El bloque popular liderado por Evo Morales, pasó de una situación defensiva a imponerse por amplia mayoría en las elecciones y conquistar la presidencia.

Durante todo el período, la relación de fuerza fue inclinándose cada vez más a favor del bloque popular en detrimento del oligárquico-imperialista. El último acto en ese sentido fue la ratificación de Evo Morales en la presidencia con el 67,82% de los votos en las elecciones de agosto pasado. Contradictoriamente, también fueron ratificados los prefectos opositores de Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija, que chocan de frente con el gobierno nacional y que impulsan el autonomismo. La prensa comercial exaltó sin bemoles el empate y el fortalecimiento de los dos bloques. Sin embargo, a través del análisis pormenorizado de los resultados del revocatorio, clave para comprender la dinámica del proceso, las dos estrategias en juego y por lo tanto, lo ocurrido en los últimos días, y siguiendo el estudio de Linera realizado antes de estos comicios, se desmiente la conclusión lineal del empate.

El revocatorio

Los resultados obtenidos no alcanzan para delinear con precisión la magnitud del triunfo obtenido. En agosto, el MAS logró ratificar a sus prefectos en Potosí y Oruro y mas importante aún, removió a los opositores de La Paz y Cochabamba. El presidente se impuso con porcentajes arrolladores en cuatro departamentos (justamente en los dos en los que el MAS gobierna y en los dos en los que revocó prefectos opositores). Los números hablan por sí mismos: 83% de aprobación en La Paz, 84,87% en Potosí, 82,99% en Oruro y 70% en Cochabamba.

En tanto, ganó por pequeño margen en dos departamentos que la oposición contaba como propios: Chuquisaca con el 53,88% y Pando con el 52,50%. Logró un virtual empate en el que por importancia estratégica es el segundo cónclave de la oposición, Tarija, obteniendo el 49,83%, perdiendo por apenas 400 sufragios.

Finalmente, solo perdió de manera neta en dos departamentos, aunque logró un piso de votos nada desdeñable y, más importante aún, superó lo obtenido en votaciones anteriores: Beni con el 43% y Santa Cruz con el 40,75%.

La lectura se puede continuar, analizando lo que ocurrió en las distintas provincias que componen los departamento (1). Sería engorroso hacerlo y los resultados desagregados están disponibles en la pagina de la Corte Nacional Electoral de Bolivia (http://www.cne.org.bo/resultadosrr08/resultadosrr08.htm). De todos modos, adelantamos la conclusión donde se verifica la tendencia citada: inclusive al interior de los propios departamentos en los que el MAS perdió o bien ganó para presidente pero no pudo remover prefectos, el partido de Evo Morales obtuvo importantes triunfos en algunas provincias. Así, los bastiones de la oposición quedan reducidos a pocas provincias en los departamentos opositores, en especial las que tienen mayor incidencia de población urbana (2).

Entonces, como conclusión, si bien aún hay empate, el fiel de la balanza se inclina a favor del bloque popular. Hay que retener ese dato para comprender las reacciones de ambos bloques ya que es sobre la base de esa dinámica que cobran sentido sus actos: mientras unos intentan extenderla, otros reaccionan con desesperación y por momentos con necedad, al ver que el poder se les escapa de las manos. Con esta información podemos volver a la exposición de García Linera para comprender la estrategia diseñada por el MAS para lograr un desempate a su favor y la respuesta de la derecha.

Punto de Bifurcación

Junto al concepto gramsciano de empate catastrófico, el vicepresidente recurría en diciembre a otro concepto fundamental para vertebrar su exposición: el de punto de bifurcación. Con esa expresión se refiere al momento en que el empate se resuelve en uno u otro sentido: o gana el bloque popular y avanza en la cristalización de una nueva relación de fuerzas y en la construcción de un nuevo estado; o se impone la reacción, se desbarata la dirección y la cadena de mando en el bloque popular ascendente, la disgregación gana sus filas y se reconstruye el viejo estado adaptado a una nueva situación. Revolución o contrarrevolución dirán otros con otro marco conceptual.

García Linera agregaba que Bolivia se acercaba a ese momento y señalaba tres formas en que se puede resolver un punto de bifurcación: con métodos insurreccionales, por demostración de fuerzas o de manera democrática. También adelantaba la estrategia elegida: “una resolución democrática, mediante una fórmula de iteración, es decir, de aproximación sucesiva” que se concretaría mediante tres referéndums; uno para ratificar o revocar presidente, vicepresidente y prefectos; otro para aprobar o rechazar la nueva constitución; y finalmente un tercero para elegir el tipo de autonomía que se implementará.

De la resistencia a la propuesta

Brevemente podemos repasar como se modificó la relación de fuerza desde el 2000 hasta la actualidad a través de los picos de tensión. En el primero de ellos en abril de ese año, el movimiento popular demuestra por primera vez capacidad para impedir una iniciativa del gobierno de derecha. En octubre de 2003, esa movilización adquiere carácter nacional, nuevamente logra vetar una iniciativa de gobierno y termina con la huida del presidente. Luego, Carlos Mesa asume el Ejecutivo y tras un tibio intento de recomposición institucional, su gobierno es paralizado por la propia crisis y la disputa fraccional en el bloque de derecha. La movilización popular da el último empujón y obliga su retirada. El desprestigio, la falta de legitimidad y la posibilidad de una nueva movilización de masas, impidieron el ascenso al Ejecutivo de los presidentes del Senado y Diputados, y condujeron a que el puesto recayera en el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltzé. Las elecciones presidenciales adelantadas marcaron un nuevo avance: la capacidad del movimiento popular para imponerse por amplia mayoría, ampliar la base campesina y atraer a parte de la clase media. El ultimo capitulo fue el triunfo ya analizado en el referéndum revocatorio.

El proceso inverso vivió la oposición: de la hegemonía al empate, y de allí a que se le escurra de las manos la propia igualdad. Así pasó del dominio de todas las dependencias del Estado, a la pérdida del Ejecutivo y de la mayoría en Diputados, conservando la mayoría en Senadores. Conservó también siete gobernaciones, pero ahora dos fueron revocadas. Perdió a manos del MAS la mayoría de los municipios. No pudo bloquear buena parte de las iniciativas más importantes del gobierno (nacionalizaciones), aunque si trabar el funcionamiento de la Constituyente a pesar de que el oficialismo tenía amplia mayoría. Su poder de movilización se concentró en algunos puntos del país (Santa Cruz y Sucre).

Su evolución muestra la perdida de la capacidad para erigirse como una opción a escala nacional. Por eso se refugia en lo regional. El apresuramiento en realizar los referendos autonómicos al margen de la ley y contra el gobierno nacional, se debe a la necesidad de blindar esos reductos regionales, ya que necesita de ellos para implementar su estrategia, que consiste, en un primer momento, en trabar desde allí y con cualquier medio a su alcance, el avance del gobierno de Evo Morales. Luego la parálisis, producirá desgaste, calculan.   

La estrategia del gobierno

Para el gobierno y el movimiento popular, la posibilidad del triunfo tiene como desafío aislar progresivamente a los núcleos de oposición. Es decir, restarle base social en el propio refugio regional en el que se encuentran atrincherados.

Ese objetivo es lo que explica los reiterados llamados al dialogo realizados por Evo Morales a la oposición, aún cuando la relación de fuerzas lo favorece y cuando ésta persiste en un comportamiento avieso, contradictorio, violento y reñido con la legalidad; explica también por qué se evitó la represión abierta de las fuerzas de seguridad contra las bandas autonomistas de Santa Cruz encabezadas por la organización fascista denominada Unión Juvenil Cruceñista. La represión hubiera cohesionado a la base social opositora, cuando de lo que se trata es de lograr su desgaste y desgajamiento, y aislar a “los irreductibles”. 

Lo ocurrido en Pando no es una contradicción con esta línea de acción sino su consecuencia. Decretar el Estado de Sitio y detener a un prefecto opositor hubiera sido, en otro cuadro, impensado y habría permitido a la derecha cohesionar su base social y movilizar contra el gobierno nacional, además de poner a prueba la propia cadena de mandos de las Fuerzas Armadas. Mas aún, una medida similar en Santa Cruz hubiera significado posiblemente el inicio de una guerra civil. Sin embargo, la línea dialoguista del gobierno confrontada con la irracionalidad violenta y permanente de la oposición permitió decretar el estado de sitio, ocupar el departamento y encarcelar al prefecto sin que nada de eso ocurriera. Además, la propia oposición debió aceptar una mesa de dialogo con el gobierno y, ni aun así, pudo poner como condición la libertad de Prefecto encarcelado. 

La contracara del curso dialoguista elegido por el gobierno es la de una oposición que ante una dinámica que se le escapa de las manos, se ve obligada a recurrir a la violencia y la irracionalidad para trabar al gobierno. Es cierto que esta agudización forzada por el enemigo obstaculiza el avance popular y, por momentos, puede hacer aparecer como débil al gobierno de Evo Morales. Pero al mismo tiempo también es verdad que profundiza la disgregación en las propias filas opositoras (un fenómeno análogo aunque en otro cuadro, al vivido años atrás por la derecha venezolana, que hoy intenta revertir).

Los frutos de esta estrategia ya se pueden ver. Antes del revocatorio, los prefectos de Santa Cruz, Tarija, Cochabamba, Chuquisaca, Beni y Pando (¡nada menos que 6 de 9!) se fotografiaban abrazados y sonrientes para impulsar las autonomías. Hoy, uno de ellos fue revocado, otro encarcelado y una tercera duda sobre si es bueno juntarse con los tres que quedaron. Por su parte, esos tres, que no querían sentarse a la mesa con el gobierno, por el motivo que sea, están allí, sentados.  

Mientras tanto, los presidentes de Sudamérica dieron un cerrado respaldo al gobierno de Evo Morales, pocos días después de echar al embajador estadounidense. Aunque el documento oficial de la cumbre de la UNASUR no rechace en palabras la injerencia norteamericana, debido al miedo de algunos presidentes a llamar las cosas por su nombre, ese y no otro fue su contenido. Los gobiernos de Sudamérica, también por los motivos que fueren, y aún cuando algunos lo hagan contra su voluntad, apoyaron a un gobierno que denunció la injerencia estadounidense. Algo impensado años atrás. Y no es poco.


(1) En Bolivia los departamentos está compuestos por provincias. Los departamentos vendrían a ser las provincias en Argentina que a su vez están compuestas por unidades políticas menores.
(2) A modo de ejemplo en las elecciones para elegir prefecto en Chuquisaca, realizadas antes del revocatorio, se impuso la oposición. Sin embargo el MAS ganó en todas las provincias con excepción de la ciudad de Sucre, que por su mayor peso en el padrón electoral permitió el triunfo opositor a nivel departamental.



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