lunes, 4 de agosto de 2008

Cayó la 125, pero sigue la concentración y un sistema de retenciones injusto

No se trata igual a quienes son diferentes

Con la tremenda derrota del gobierno, al no poder imponer la Resolución 125, terminó una etapa de la lucha agraria. Pero muchos problemas siguen y también reclamos legítimos que durante varios meses recorrieron el país. Al volver la situación al 10 de marzo, los pequeños productores lograron frenar un sistema de retenciones que los mandaba a la quiebra, y pueblos y ciudades enteras del interior pueden continuar con su vida, que en muchos casos estaba cuestionada. Lo que no cambia es que el 35% de retenciones que todos los productores deben pagar sigue manteniendo un injusto sistema tributario, donde los que tienen 15, 50 ó 100 hectáreas pagan el mismo nivel de retenciones que los grandes pools, la Sociedad Rural y las exportadoras. No casualmente, Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria, cuestionó esta política y dijo en la Marcha Federal: “No se trata igual a quienes son diferentes”. Lo mismo repitió ni bien cayó la 125. Los representantes de los grandes productores se mostraron tendientes a no seguir ningún reclamo, mientras los representantes de los pequeños y medianos dijeron lo contrario. Estos últimos saben que necesitan un proyecto agropecuario distinto, que cuestione a fondo el corazón del modelo kirchnerista, que potencia la concentración en el agro. Desde el MST proponemos distintas medidas para atacar el poder de los poderosos del campo.


Que la Rural, los pools y las exportadoras paguen mucho más

El gobierno, que durante 120 días dijo que estaba atacando a la oligarquía, es el mismo que se niega a implementar un sistema tributario que de verdad afecte a los que mas tienen.
Los Kirchner hacen con el campo lo mismo que con el IVA: nos cobran a todos por igual. Por ejemplo, para comprar carne, un empresario paga el mismo IVA que un desocupado. Ese criterio hace regresivo e injusto ese impuesto. Con las retenciones pasa lo mismo: el más chico y el más grande pagan 35%. No es, por supuesto, nada progresivo.
Hace falta debatir y aplicar un nuevo sistema tributario para el campo. Nosotros proponemos que las retenciones se cobren en forma diferenciada o segmentada. Es decir que haya distintos niveles impositivos de acuerdo a los reales niveles de ingresos y propiedades de un productor o exportador.
Los pequeños productores deberían pagar bastante menos de un 35% de retenciones. A su vez la Sociedad Rural, los pools de siembra y las exportadoras deberían pagar mucho más del 35%. Los que de verdad queremos atacar la ganancia de la oligarquía y los pools proponemos eso. El gobierno, como siempre, habla de una cosa pero hace lo contrario. Por eso mantiene este modelo de retenciones, donde al que mas perjudica es al pequeño productor.

Facilidades y leyes para los pequeños productores

A la vez, un nuevo plan agropecuario no se puede reducir al tema retenciones. Hay muchas otras cuestiones pendientes. Los pequeños productores, a través de la Federación Agraria, vienen reclamando una nueva ley de arrendamientos, que permita firmar contratos a varios años y limite el poder de los pools de siembra que van de un lado a otro en busca de ganancia.
Durante el debate en el Congreso, el gobierno intentó utilizar ese proyecto como chantaje. Ahora que perdió no volvió a tocar el tema. Nosotros proponemos que se trate y se vote esa ley.
Por otra parte, el Estado debe garantizar el acceso masivo de los chacareros a semillas y fertilizantes baratos, para mejorar la producción de alimentos a gran escala. Hoy, en manos de multinacionales como Profértil, Nidera y Monsanto, esto es un negocio para unos pocos. Por eso proponemos estatizar esa rama bajo el control del INTA y sus trabajadores.
Asimismo, los avances tecnológicos, clave para el campo y para toda rama productiva, también sufren desigualdades. Quien más tiene logra altas tecnologías y los que menos tienen no. Por eso proponemos que el Estado garantice vía subsidios y créditos baratos la posibilidad de los chacareros de acceder a la tecnología y a proveerse de repuestos o recambio de maquinaria agrícola. Resolver esto va contra la concentración, porque si los mas grandes avanzan tecnológicamente y los mas chicos no se favorece a los primeros a mediano y largo plazo.

¿Con qué medidas se defiende la mesa de los argentinos?


Nuestro país produce alimentos para más de 300 millones de personas. Y a la vez, millones en el propio país no acceden a los alimentos necesarios, mientras crecen la pobreza y la indigencia al ritmo de la inflación. Hoy se debate el negociado de las grandes exportadoras, que mediante declaraciones juradas anticipadas les cobraron un alto porcentaje de retenciones a los pequeños, pero le pagaron al Estado cifras menores según el nivel que tenía en los meses anteriores.
Esa defraudación, que bien denunció el compañero Mario Cafiero, debe terminar obligando a las exportadoras a devolverle al Estado hasta el último peso.
Esto no elimina la necesidad de avanzar sobre el problema de fondo. ¿Por qué las toneladas de alimentos que salen del país y las que quedan lo deciden las grandes exportadoras?
El gobierno, si de verdad quiere defender la mesa de los argentinos, tiene que recuperar para el Estado el control del comercio exterior. Como mínimo, en todos los rubros relacionados con los alimentos.
Esto permitiría, en primer lugar, que los millones de toneladas necesarios para el consumo interno queden en el país y no se exporten. Y que se distribuyan bajo un sistema de precios populares y máximos, accesibles para los sectores más humildes de la población.
Hoy, desde el precio base que recibe un productor hasta llegar al precio final en las góndolas, se sufre un aumento que hace inaccesible el producto para millones.
Hay que dejar de acordar con los grandes productores y supermercadistas el precio que a ellos les conviene.
La prioridad número uno debería ser que la leche y los lácteos, la carne, el pollo, los cereales, las verduras y todos los demás productos de consumo masivo y popular estén a disposición de los que menos tienen, y no al servicio de la ganancia de las grandes empresas exportadoras y transnacionales del rubro alimenticio.

Arturo Vaca

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