lunes, 4 de agosto de 2008

Consecuencias del conflicto agrario: ¿Ganó la derecha?

Nosotros opinamos que no.
Esa versión del conflicto del campo la siembran, a su modo, Néstor, Cristina y todo el kirchnerismo. También varios periodistas y comentaristas afines. Y también algunos grupos de izquierda, cuyas políticas de “ni-ni” fueron de hecho funcionales al gobierno. Más allá de esos balances interesados, algunos compañeros y compañeras tienen algunas dudas sobre los primeros resultados de este conflicto tan complejo. Para aportar a la respuesta, señalamos aquí cuatro primeras reflexiones.


Primero, recordemos que todo concepto es siempre relativo. Para el gobierno de los Kirchner y sus aliados, decir que ganó “la derecha” significa que perdió “la izquierda”, o sea ellos.
La verdad es otra. Este gobierno, pese a su utilización de la bandera de los derechos humanos y su doble discurso, aplica una política capitalista y proimperialista en todos los terrenos. Miente con el INDEC, alienta el Tren Bala, patotea las luchas sociales, subsidia a las privatizadas, paga la deuda externa, entrega el petróleo y defiende a los pulpos mineros y a Techint. Inclusive mantiene tropas argentinas en Haití por orden yanqui. Su programa económico y sus medidas políticas no tienen ninguna diferencia cualitativa con otras variantes de derecha, precisamente porque también es de derecha.
Es cierto que “reaparecieron” viejas figuras de la derecha política y sindical, como Eduardo y Chiche Duhalde, Luis Barrionuevo, Carlos Reutemann o José de la Sota. Pero no es un hecho nuevo, sino que se da en toda crisis profunda como la que atravesamos. Una cosa es que semejantes pescadores busquen aprovechar el río revuelto, y otra muy distinta -y esto es lo central-, que hayan recuperado credibilidad política ante el pueblo trabajador.
A nuestro modo de ver, hay cuatro hechos fundamentales que contradicen un supuesto triunfo de la derecha:

1. Ganaron los chacareros


La Resolución 125 era regresiva por completo. Al imponerle iguales retenciones de casi el 50% a todos los productores, hundía a los chicos y medianos en beneficio de los grandes pools de siembra y las exportadoras, a los que además el gobierno subsidia y les permitió maniobrar con las operaciones. Los K ni enfrentan a la oligarquía ni quieren “redistribuir la riqueza”: no adoptaron ni una sola medida de fondo antioligárquica y hoy hay la misma o incluso más desigualdad social que bajo el menemismo.
Si esa resolución injusta y reaccionaria cayó, mal se puede decir que triunfó la derecha. Así La Rural también se haya favorecido y haya “señoras gordas” radiantes, los principales ganadores son los miles y miles de pequeños productores y chacareros, que fueron los protagonistas centrales de esta pelea y que con la nefasta 125 iban a la quiebra y se hubieran visto obligados a venderle sus tierras a los oligarcas y pools.
El conflicto aún no se cerró. La derrota de la 125 significó volver al 35% las retenciones y Cristina tuvo que reconocer públicamente que deben ser diferenciadas. Ahora hay mejores condiciones para lograrlo. Igual, el gobierno sigue maniobrando. Por eso ya la Federación Agraria y los Autoconvocados han anunciado que si no hay soluciones concretas retomarán las medidas de protesta.

2. El gobierno K, en la lona

El saldo de un conflicto tan profundo no se puede medir sólo en términos económicos. Lo que hubo tras la contundente movilización del 15 de julio y la caída de la 125 fue un enorme debilitamiento político del gobierno nacional, que por momentos mostró signos de vacío de poder y hasta se rumoreó la renuncia de Cristina.
En las alturas, hay rupturas y disputas de todo tipo dentro del reciclado PJ y, como correlato, se partió la burocracia de la CGT y se agudizan las internas de la CTA contra la conducción pro-gobierno de Hugo Yasky. Ya tuvo que renunciar el jefe de gabinete Alberto Fernández y puede haber más dimisiones. Por la resistencia de los trabajadores del INDEC y el escándalo público está tecleando el patotero Guillermo Moreno.
No obstante, lo esencial es el avance en la experiencia política que han hecho millones de obreros, empleados, docentes, desocupados, jubilados, estudiantes, amas de casa, profesionales y sectores de clase media de toda la Argentina, que han roto para siempre con el gobierno y sus mentiras. Cristina y Kirchner salen mal parados para seguir aplicando sus planes. Sin la menor posibilidad de golpe a la vista, este panorama fortalece al conjunto del movimiento de masas y abre un mayor espacio político para la izquierda.

3. Obligados a hacer anuncios


Si bien se trata de medidas insuficientes y de mero carácter paliativo, los primeros anuncios del gobierno kirchnerista después de la paliza que cobró en el conflicto del campo han ido en el sentido de los reclamos de la población. Es decir, no pareciera ser un giro a la derecha o de más ajuste sino de un relativo afloje de cuerda.
Por ejemplo, en pocos días el gobierno ha tenido que aumentar el salario mínimo, llevándolo a 1.200 pesos a partir de agosto. Asimismo, ha tenido que enviar al Congreso la ley para reconocer la movilidad de las jubilaciones y pensiones. En un sentido similar, y aunque esconde un nuevo verso, anunció la “reestatización” de Aerolíneas Argentinas y corren versiones de que podrían aumentar las asignaciones familiares y bajar unos puntos del IVA para algunos alimentos.
Ninguna conquista se le arrancará a este gobierno sin dar duras batallas, pero después del conflicto del campo hay condiciones más favorables para conseguirlo. Los tarifazos que se vienen en la luz y el transporte seguramente no pasarán sin protestas.

4. Se tonifican las luchas


Esta es, creemos, la mejor evidencia que desdice a quienes suponen que ganó la derecha o preanuncian un giro reaccionario o conservador en la situación. Los casi 500 cortes de ruta, piquetes y asambleas de los productores agrarios, los cacerolazos masivos y las enormes concentraciones populares del 20 de junio en Rosario y el 15 de julio en Buenos Aires confirmaron dos cuestiones decisivas a futuro: que a este gobierno se le puede ganar, y que la herramienta clave para hacerlo es la movilización. Si millones de personas vivieron el triunfo de los chacareros como propio, y se pusieron legítimamente contentos, es porque están hartos de la inflación, los bajos salarios, las mentiras y el autoritarismo oficial.
No es que antes del conflicto del campo no hubiera luchas: lo que ocurre es que después del triunfo ganaron fuerza. Una rápida lista de los paros y conflictos en curso, varios de los cuales desarrollamos en otras páginas, lo ilustra bien (ver abajo). Con honestidad intelectual, cualquier corriente que se reivindique revolucionaria, de izquierda, por el cambio social o al menos progresista debería reconocerlo.

Con estas cuatro conclusiones no pretendemos cerrar ningún debate. Pero con toda franqueza, insólito “triunfo de la derecha” sería uno como éste, que debilitó y dejó en crisis política al gobierno soberbio y mentiroso de los Kirchner, favoreció a los pequeños productores del campo, demostró que con la movilización es posible ganarle, lo obligó a anunciar varias medidas populistas, dividió al PJ y a la burocracia sindical, y, lo más importante, fortaleció el ánimo de lucha de la clase trabajadora y los sectores populares de todo el país.

Pablo Vasco

Ver nota

Crecen las luchas

No hay comentarios: